«Pinta tu aldea y serás universal», es una célebre frase atribuida al escritor ruso León Tolstoi, que contradice al refrán de origen bíblico de que “nadie es profeta en su tierra”. Diego Martin Diarte Añazco tiene que ver más con la frase de Tolstoi, pues él no ha sentido la necesidad de abandonar a su ciudad natal, la bella e histórica Isla Pucú, en el Departamento de Cordillera, para empezar a ser reconocido como uno de los artistas visuales más talentosos del país.
Desde el 2016, cuando convenció el entonces intendente municipal de su ciudad, Hugo Fleitas, de que lo respalde en la instalación de un pesebre gigante, hecho con botellas recicladas, como un atractivo turístico para la Navidad, aquella obra, que en principio constaba de las figuras de San José, María, el Niño y el Ángel, con una dimensión de hasta 2,5 metros de altura, ha ido creciendo año tras años, incorporando en cada edición a más figuras (los tres Reyes Magos y sus camellos, los pastores y las ovejas, la vaca, el burro y el gallo) hasta ocupar casi dos largas cuadras al costado de la avenida principal y sumar en el 2021 un nuevo paseo con obras también reciclada de los vecinos de los barrios, con coloridas sombrillas colgantes.
El «pesebre ecológico», en su última edición, fue confeccionado con 8.000 botellas de plástico, que originalmente habían sido fabricadas para una conocida marca de aguardiente de caña, pero acabaron defectuosas y el joven pintor y escultor quiso darles un mejor destino.
«¿Qué mejor que convertir la basura en arte, aprovechando la época de Navidad, para transmitir un mensaje sobre la necesidad de reciclar los plásticos y cuidar el medio ambiente?», dice Diego, brindando el rostro de una de las Navidades originalmente más atractivas del Paraguay
Un artista precoz y autodidacta
A 84 kilómetros al este de Asunción, Isla Pucú era conocida antiguamente como Ka’aguy juru, lugar donde el 18 de agosto de 1869 se libró la última gran batalla de la Campaña de las Cordilleras, durante la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870).
A los cinco años de edad, Diego empezó a construir un artístico pesebre en el patio de su residencia familiar, en Isla Pucú. Desde entonces, lo fue haciendo años tras años, agregándole cada vez más piezas y una mayor dimensión. El pesebre de la familia Diarte Añazco se volvió otro gran atractivo en la ciudad cordillerana, que recibe visitantes año tras año.
En el interior de la histórica iglesia de Isla Pucú, el templo parroquial de Nuestra Señora del Rosario, hay otras dos significativas obras de Diego Martín Diarte. Se trata de dos enormes retablos realizados enteramente con semillas vegetales, un poco inspirados en la técnica del artista misionero Koki Ruiz, quien realizó el retablo de maíz para la visita del papa Francisco al Paraguay, en 2015.
«La obra de Koki me inspiró en la técnica utilizada, aunque mi estilo es diferente», explica Diego, quien en 2016 hizo un primer retablo de semillas en homenaje a la Virgen de Caacupé, que actualmente se guarda en la Basílica menor de la capital cordillerana.
En la Iglesia de Isla Pucú hay un retablo tras el altar, y uno más nuevo a un costado, que es más imponente y ha sido trabajado con una técnica mucho más cuidada, incorporando luces de colores, por lo que es recomendable observarlo de noche. Muestra a un Jesús con los brazos abiertos, con un enorme corazón en cuyo interior está la imagen de la Virgen.
El cuadro tiene cuatro metros de alto y tres de ancho y en su elaboración se usaron más de 97 kilos de 19 tipos de semillas, principalmente de maíz, arroz, porotos de varios tipos y colores, girasol, lino, soja, mijo, alpiste, melón, arroz, sésamo y semillas exóticas como la leucaena, todos en color natural, apenas resaltados por un barniz que le da protección. Le llevó 45 días de trabajo y contó con la colaboración de varios jóvenes de la comunidad.
Además, en una esquina, sobre la avenida principal de su ciudad, realizó su primer mural de mosaico «Tupãsy Del Rosario», dedicada a la santa patrona. Recientemente realizó otro mural de mosaico en la ciudad de Yhú, Departamento de Caaguazú, también de la Virgen del Rosario, recreando una antigua historia rescatada de la época de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870). La obra, encargada por la municipalidad local, se encuentra a la entrada de la ciudad, a orillas del arroyo Yhú.
Diseñador de vestuarios
Otro de los campos en que Diego se viene destacando es en el diseño y la elaboración de trajes alegóricos para las representantes de certámenes de belleza del país en los concursos internacionales, por encargo, desde que alcanzó el primer premio a nivel país, con los en el Miss Grand Nacional, como lo obtuvo en su momento Daisy Lezcano (Miss Grand Paraguay 2020), para quien confeccionó su vestimenta, la que a su vez quedó TOP 7 por voto popular en la competición en Tailandia, y a Bethania Borba (Miss Mundo Paraguay 2021) en Puerto Rico.
“El traje alegórico que utilizó la representante de Paraguay, Daysi Lezcano, en el concurso Miss Grand Internacional en Tailandia, lleva por nombre Joya de mi tierra, y lo elaboré totalmente con semillas, de melón, maíz blanco, lentejas y chía. Ya con el primer traje que le confeccioné ganó el concurso a nivel nacional como mejor traje alegórico, a raíz de eso me pidió nuevamente que le confeccione otro traje para llevar a Tailandia”, explica Diego.
En la construcción del diseño, el artista busca impregnar un mensaje de historia y cultura. “Al traje para Daysi lo llamamos Joya de mi tierra, aludiendo al valor de la mujer paraguaya en la historia del país, desde hacer que el idioma ancestral, el guaraní, subsista, hablado actualmente por la mayoría de los paraguayos; hasta liderar la reconstrucción de una nueva nación, arrasada por la Guerra de la Triple Alianza, hace 150 años. Además, las semillas, que se encuentran finamente adheridas al traje, enfatizan el vínculo de la mujer paraguaya con la tierra, ya que nuestro país contribuyó históricamente en la producción mundial de alimentos”, destaca.
Como pintor, expone habitualmente sus obras (óleo o acrílicos), mosaico en semillas o técnicas mixtas, en el Centro Cultural Carlos Colombino – Manzana de la Rivera, en la capital Asunciín, además de otros centros del país. La restauración de obras de arte religioso es otra de sus pasiones.
Diego es ingeniero comercial y licenciado en administración de empresas. Se declara artista autodidacta, ya que no tiene ningún estudio académico en pintura o escultura.
«Siempre me gustó crear obras artísticas, desde niño, y quiero contribuir a que mi comunidad sea conocida por la expresión de su arte y el rescate de su historia, que la gente venga a mirar y conozca a Isla Pucú como un lugar donde también creamos cultura», destaca.
Las obras de Diego, que se pueden apreciar en las calles principales de su ciudad, han sido declaradas de Interés Turístico, Cultural y Ambiental por la Junta Municipal.
Él sigue viviendo en la misma casa familiar donde nació y considera que no hace falta salir de su patria chica para dar a conocer su arte. “Los desafíos son mi mejor fuente de inspiración. Creo, sin embargo, que debe existir una mayor promoción, fomento y acompañamiento a las artes visuales, que permanecen olvidadas por las autoridades de cultura”, destaca.