Rogelio Goiburú: El excavador que recupera la memoria de un pueblo

“Es un hombre que excava, no solamente en la tierra, sino en nuestra propia memoria y en el corazón de la patria”, lo define el periodista Mario Rubén Álvarez.

Su nombre es Rogelio Agustín Goiburú. Es de profesión médico. Desde el 2009, como director de Reparación y Memoria del Viceministerio de Justicia, al frente de un equipo de antropología forense, viene emprendiendo una quijotesca y obstinada tarea, en la búsqueda de los aproximadamente medio millar de desaparecidos durante la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1979), entre quienes se encuentra su propio padre, el médico Agustín Goiburú, miembro del Movimiento Popular Colorado (Mopoco), quien fue secuestrado y desaparecido el 9 de febrero de 1977.

El Estado lo contrata, pero le niega recursos. “Hasta ahora hemos encontrado 37 vestigios de personas de las que hemos identificado a 4 compatriotas, pero sentimos la fuerza y el compromiso que esto no se detendrá. Estoy convencido que el Estado va a valorar nuestra tarea desde una línea presupuestaria, entendiendo que los derechos humanos no son un derecho exclusivo, sino un derecho de la humanidad que todos debemos respetar, no importa el gobierno que sea”, sostiene Goiburú.

Los restos fueron hallados en diferentes dependencias públicas y privadas. Los trabajos de búsqueda se iniciaron en el 2006 desde la Unidad de Investigación de Desapariciones Forzadas y Ejecuciones Extrajudiciales de la Comisión de Verdad y Justicia, prosiguiendo luego desde la dependencia que dirige Rogelio, casi sin recursos ni presupuesto, solamente con el apoyo de personas voluntariosas.

«Buscar huesos y darle identidad. Darle la historia que está oculta bajo la tierra, como los huesos. Se trata de mirar al futuro sabiendo lo que pasó en Paraguay y que la democracia se fortalezca», expresa Goiburu.

Rafael Filipazzi, José Agustín Potenza, Miguel Ángel Soler y Cástulo Vera Báez, fueron los primeros cuatro identificados y restituidos a sus familiares gracias a la toma de muestras de sangre, con participación del prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense, pero no se pudieron realizar más identificaciones por falta de recursos. Ni el Congreso paraguayo, ni el Ministerio de Hacienda se han mostrado interesados en liberar fondos que ya estaban presupuestados.

Rogelio asegura que es “un deber del Estado” seguir con los trabajos y reparar las gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas durante años. “Es imposible saber con exactitud el número de víctimas ya que en algunos casos no se hicieron las denuncias, así como aquellos miembros originarios que fueron desplazados de sus tierras. Los desaparecidos podrían ser mil o más, pero son como quinientos los registrados”, destaca.

Como hijo de un ilustre desaparecido, cuyos restos también anhela encontrar entre los de otros cientos, en homenaje a su progenitor, Rogelio se ha impuesto como misión en la vida contribuir a la recuperación de la memoria de todo un pueblo. “Una sociedad que no salda sus deudas con el pasado no puede resolver las cuestiones con el presente y menos puede plantearse construir un futuro con dignidad”, asegura.