Vestirse bien no debería ser tan costoso para el planeta, por eso, desde que la reutilización y los procesos sustentables empezaron a marcar tendencia en el mundo fashionista, hay experiencias capaces de comprobar cómo en Paraguay existen alternativas a la contaminación de la industria textil.
Si empezamos de lo particular, podemos relatar la historia que se remonta a hace aproximadamente 10 años, cuando la arquitecta Majo Angulo decidió juntar un grupo de ropa vintage y cambiar por completo cada prenda.
Con el conocimiento de que la producción de ropa a gran escala, producía estragos en el medioambiente, decidió usar prendas del pasado para hacerlas tendencia en el presente, a pesar de lo difícil que fue lanzarse con esa idea a un mercado exigente y sediento de todo lo nuevo.
Cortando, pintando y bordando, logró customizar las ropas que ya eran inutilizables y creó prendas únicas para vender. Entonces, quizás ya había ideas similares, pero eran poco conocidas y todavía generaba un gran trabajo convencer a la gente de lo genial que podría ser reutilizar prendas.
Ya 10 años después, con cientos de trabajos únicos diseñados por ella y el auge de negocios que se dedican a la venta de ropa de segunda mano, así como la creación de prendas nuevas a partir de la reutilización, Majo considera que logró su objetivo no solo plantar una semilla, sino de lograr que la misma, brote, enseñando a esta generación a darle nuevamente valor a lo usado.
De ser el enemigo contaminante, a convertirse en aliado de la moda
Las iniciativas en nuestro país, no se terminan en la reutilización, sino que avanzan hacia el reciclaje avanzado de materiales tan contaminantes como el polietileno.
Si bien Paraguay, es una tierra de naranjos y flores, como decía el conocido músico, Mauricio Cardozo Ocampo, hay que reconocer que también tan hermosa como sucia. Con desechos por aquí y por allá, bolsas de polietileno tiradas en cualquier arroyo o calle. Hay esfuerzos comunitarios que buscan tener basura cero en las calles con las mingas ambientales.
Sin embargo, el ciclo de ese gran enemigo de la naturaleza, no termina con su recolección o disposición, es por eso que la iniciativa denominada “Anguiru” decidió tomar las bolsas de plástico y hacer de ellas, novedosos accesorios.
Carteas, riñoneras y billeteras son algunos de los productos que confecciona Angiru, el emprendimiento, iniciado por Giannina Sosa, Gabriela Talavera y Claudia Zapattini, un grupo de amigas, que decidieron tomar el plástico, que termina en la basura y transformarlo en algo lindo y combinable.
El ciclo se pone en marcha con la recolección y recuperación de las bolsas de polietileno, que logran, ya sea buscando en los hogares o a través de las empresas que trabajan en alianza con ellas.
Posteriormente deben clasificar las bolsas, por colores y tipo de plástico, ya que no todas son aptas para la producción.
En caso de que las bolsas no lleguen limpias hasta el local –que es lo más frecuente– empieza la limpieza que buscan hacer con la optimización del agua en la mayor medida posible.
Tras atravesar por esta etapa inicial de recolección y limpieza de la materia prima, cortan en las medidas que necesitan para armar las telas, con máquinas de termo presión, capaces de fabricar las telas plásticas.
“Para la confección de los productos, trabajamos en alianzas con diversos grupos con riesgo de exclusión social y económico. Ahora mismo estamos confeccionando nuestros productos en talleres de costura para mujeres de asentamientos vulnerables y en talleres de la penitenciaria con las personas privadas de libertad”, explica Gianni Sosa de Angiru.
En cada paso que se realiza dentro de la cadena de producción se encuentra presente el objetivo de ser conscientes de los impactos ambientales, sociales y económicos, factores que inciden en que el proceso de fabricación sea bastante minucioso, agrega.
“Creemos que esa esencia de aportar a mejorar el mundo que nos toca vivir sigue intacta. Como emprendimiento atravesamos etapas, evolucionaron nuestras ideas, pero la esencia permanece, que consiste en generar conciencia desde la acción, darle un nuevo sentido o valor a eso que todos consideran «basura» y crear productos a partir de eso. Es lo que seguimos haciendo”, concluye.
Hacia los objetivos sustentables
Cada esfuerzo suma, desde el individual, el grupal hasta el colectivo, este último busca conectar los procesos industriales de producción de las grandes empresas, para que sean sostenibles y vayan mejorando sus prácticas empresariales.
En ese ese punto, nos remontamos hasta 2017, cuando en nuestro país permeó la idea de hacer la moda más sustentable, a mayor escala. Paraguay, era uno de los primeros países de Sudamérica en unirse al movimiento internacional Fashion Revolution, a través de la Asociación Industrial de Confeccionistas del Paraguay para conciencia acerca de la necesidad de transparentar las cadenas de producción de la industria de moda.
Luego de dos años, en 2019, la Asociación integra la Red de Pacto Global para reafirmar el compromiso de la industria con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Con la misión puesta en generar políticas y medidas que acerquen al país a esos objetivos, la AICP da vida a la Comisión de Moda Sostenible que, a su vez, crea el Sello de Moda Sostenible en Paraguay.
Asimismo, en el 2021 ya se lanzó el Catálogo de Moda Sostenible, para dar visibilidad a más de 40 marcas que apuestan por una producción más sostenible, mediante su impacto positivo en el medioambiente, la economía local y la sociedad.
Estas prácticas amigables con el medioambiente se enmarcan desde la utilización de máquinas de bajo consumo, la calidad del producto para una mayor vida útil, el tipo de tela que se emplea hasta si el packaging ecológico, por citar algunos requisitos que son tenidos en cuenta.
Una misma lucha desde diferentes ámbitos
La reutilización, el reciclaje y la producción conciente son alguna de las soluciones que buscan reducir el fast fashion o moda rápida, que introduce al mercado nuevas tendencias de moda, para después quedarse “desfasadas” en un breve periodo de tiempo y que cuesta cientos de años en degradarse.
¿Por qué son tan importantes estos esfuerzos? Para dar una idea confeccionar un jeans necesita cerca de 7500 litros de agua, lo que equivalente a la cantidad de ese líquido vital que consume una persona promedio en siete años, según la ONU.
Puede que parezca un chiste, pero cada ropa nueva, cada una de las que desechás porque ya no están a la moda, son un problema para el medioambiente y van a terminar agravando la crisis climática, por eso, es recomendable, siempre que se pueda, reutilizar las prendas de vestir, adquirir ropa o accesorios de marcas con conciencia, ropas de segunda mano o las que tengan el sello de marca sostenible.
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