Qué hay detrás del asesinato del fiscal Marcelo Pecci

No ha sido solamente un episodio criminal más, sino probablemente uno de los golpes más certeros y temerarios asestados al sector institucional de la República del Paraguay y de sus aliados, que venían intentando combatir a las estructuras del crimen organizado, el narcotráfico y la narcopolítica. A ello se suma el atentado sicario contra el intendente de Pedro Juan Caballero, Juan Carlos Acevedo. Compartimos el análisis de coyuntura que previamente hemos distribuido en exclusiva a nuestros suscriptores. La sociedad paraguaya no puede permitir que la mafia aparezca como la que ha ganado esta guerra.

El brutal asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, ocurrido el martes 10 de mayo en la playa de un hotel, en la isla Barú, en Cartagena, Colombia, donde pasaba su luna de miel tras haberse casado el 30 de abril con la periodista Claudia Aguilera, no ha sido solamente un episodio criminal más, sino probablemente uno de los golpes más certeros y temerarios asestados al sector institucional de la República del Paraguay y de sus aliados, que venían intentando combatir a las estructuras del crimen organizado, el narcotráfico y la narcopolítica. La impresión que nos queda tras el crimen, es que las organizaciones mafiosas han logrado demostrar una vez más su enorme y mortífero poder en las sombras, dando un mensaje macabro para atemorizar y hacer retroceder a quienes intentan arruinarles sus negocios.

En la medida en que desde el Estado paraguayo y sus aliados no se reaccione con una respuesta ejemplar a este hecho, no solo investigando y aclarando plenamente el asesinato, para llevar a los autores morales e intelectuales ante la Justicia, sino avanzando aún más en desbaratar las estructuras criminales, esto quedará como una gran derrota del sector más institucional del país, permitiendo que los grupos mafiosos y sus aliados, que desde hace décadas vienen infectando las estructuras del Poder Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo, se consoliden y crezcan, conduciendo cada vez más al sistema democrático paraguayo hacia el modelo de un narco-estado o de un narco-país.

Sin precedentes

Esta ha sido prácticamente la primera vez que la mafia asesina a un fiscal paraguayo. Y no ha sido a cualquier fiscal. Marcelo Daniel Pecci Albertini, de 45 años, principal cabeza de la Unidad Especializada de Lucha contra el Crimen Organizado y el Narcotráfico, era una de las figuras emergentes dentro de la corrupta estructura del Ministerio Público, que hacían tener esperanzas en una renovación.

En una Fiscalía que tiene a su anterior titular, Francisco Javier Díaz Verón, procesado por enriquecimiento ilícito, y a su actual fiscala general, Sandra Quiñonez, con reiterados pedidos de juicio político en el Parlamento por el mal desempeño de sus funciones, acusada principalmente de responder con parcialismo a los intereses sectarios del expresidente de la República y poderoso empresario Horacio Cartes –investigado también internacionalmente por operaciones de lavado de dinero y otras actividades ilícitas-, alguien como Marcelo Pecci, que ha demostrado en su ascendente carrera una conducta recta y un dinamismo profesional, se ha convertido no solamente en una “rara avis”, sino en una figura mimada por organismos internacionales -como dependencias del Gobierno de Estados Unidos y otro países-, que apuestan por detener la consolidación de organizaciones mafiosas en el Paraguay. Por tanto, el golpe también es asestado contra esta alianza internacional.

Lo que incomodó a la mafia

Uno de los últimos grandes operativos contra la mafia asentada en Paraguay es #AUltranzaPY, iniciada en febrero de 2022 y que sigue en pleno desarrollo, apuntando a una red criminal relacionada con más de 16 toneladas de cocaína incautadas en Europa, que incluye 11 toneladas incautadas en el puerto de Amberes en abril de 2021 y 4,7 toneladas en Paraguay. Tras 27 meses de investigación previa, el operativo involucra a la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), Europol, la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) del Paraguay, la Fiscalía paraguaya y el Ministerio del Interior de Uruguay. Nunca antes hubo una ofensiva tan múltiple contra el crimen organizado.

Durante la primera semana, las autoridades paraguayas realizaron más de 40 allanamientos a propiedades presuntamente utilizadas para la logística de tráfico y lavado de dinero, con el fin de ejecutar un centenar de órdenes de allanamiento e incautación y dar cumplimiento a 43 órdenes de captura. En este proceso se han incautado bienes por valor de más de 100 millones de dólares y se han detenido a 24 personas acusadas de delitos como narcotráfico, asociación para delinquir y lavado de dinero. Es decir, hasta ahora solo han podido a arrestar a un cuarto de quienes están en la mira, la mayoría de cuyos nombres se mantienen en reserva.

Entre quienes aparecieron involucrados en la primera gran redada se encuentran reconocidos políticos del Partido Colorado, principalmente del sector comandado por el anterior presidente de la República, Horacio Cartes, como del actual presidente, Mario Abdo Benítez, pero también figuras ligadas a partidos de oposición, como el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Uno de los más golpeados fue el Clan Insfrán, liderado por ‘Tío Rico’, alias de Miguel Ángel Insfrán, y por su hermano José Insfrán, un pastor evangélico que estableció un extraño corredor entre “fieles” de las iglesias paraguayas y colombianas (ambos están prófugos) y que tenía como principal operador político al diputado colorado Juan Carlos Ozorio, del sector abdista, presidente de la poderosa Cooperativa San Cristóbal (actualmente preso). Igualmente aparece involucrado el diputado colorado Erico Galeano, socio de Cartes, miembro del movimiento HC (Honor Colorado) y candidato a senador por el sector, quien sigue siendo investigado.

Si bien Marcelo Pecci no era cabeza de #AUltranzaPY, sí estaba investigando casos con conexión directa con este operativo, además de varios otros casos de narcotráfico, sicariato, lavado de dinero. Lo que se presume es que la mafia lo eligió como víctima propiciatoria, no por una venganza particular, sino como un símbolo para golpear a todos quienes venían incomodando y transmitir un macabro mensaje, bien específico. Además, probablemente Pecci les resultó el más vulnerable para un atentado, tras realizare un seguimiento, al detectar que viajaba a Colombia para su luna de miel, solo con su esposa, sin custodia alguna, una situación que para muchos resulta incomprensible, teniendo en cuenta el ámbito de alta peligrosidad en el que se movía.

Lo que hay por detrás

Lo que hay por detrás del asesinato del fiscal Marcelo Pecci está estrechamente ligado a la soterrada guerra que se ha desatado por el control del Poder Ejecutivo (y de los otros poderes del Estado), para las próximas elecciones generales, programadas para el domingo 30 de abril de 2023. En este artículo de El Otro País se puede tener un panorama histórico de cómo se mueven -hasta ahora- las piezas del ajedrez político para estas elecciones.

Hay una abierta pelea entre Horacio Cartes (que quiere volver a la presidencia, a través de su delfín Santiago Peña, su ex ministro de Hacienda y actual funcionario de sus empresas) y Marito Abdo (que quiere dar continuidad a su sector político, a través de su actual vicepresidente, Hugo Velázquez), pelea que se definirá primero en las elecciones para presidente del Partido Colorado (que enfrentará, probablemente, a Cartes y Marito como principales contendientes), por el control del aparato partidario.

Frente a este panorama, también existen posibilidades concretas de que triunfe un candidato de la oposición como próximo presidente de la República (como ocurrió en 2008, cuando ganó el exobispo Fernando Lugo, al frente de una alianza liberal y de izquierda), siempre y cuando los actuales opositores consigan superar sus muchas diferencias y poner a un candidato o candidata potable, que despierte la simpatía del electorado y tenga por detrás a un conglomerado de partidos y movimientos unidos, algo que hasta ahora no parece muy probable, a pesar de los intentos.

En los próximos meses podremos apreciar mejor cómo se desarrollan los acontecimientos, pero lo que está muy claro es que la sociedad paraguaya no puede permitir que la mafia aparezca como la que ha ganado esta guerra con el asesinato del fiscal Pecci.

Hay que hacer todo lo posible por evitar que el Paraguay se convierta aún más en un narco-país.