Las bibliotecas callejeras: Un verdadero fenómeno cultural

Un posteo en redes sociales del escritor Aníbal Barreto Monzón, en 2018, mostrando la experiencia de un buzón de libros en una plaza de Estados Unidos, motivó que se replique la acción en el Paraguay. En poco más de tres años se instalaron 150 bibliotecas callejeras en distintos pueblos y ciudades, rompiendo el mito de que a los paraguayos y a las paraguayas no les gusta leer.
Un video de Red Social PY que narra el inicio de la cruzada. / GENTILEZA

Todo empezó a mediados de 2018, cuando Aníbal Barreto Monzón, escritor paraguayo y veterano dirigente sindical, caminaba con su esposa Cielo por las calles de Clifton, Virginia, Estados Unidos, y les llamó la atención una especie de colorido buzón lleno de libros, instalado en medio de una plaza.

Observaron que varias personas se acercaban al pequeño estante, seleccionaban algún libro y se sentaban a leer a la sombra de los árboles. Otros traían más libros y los intercambiaban con los que había en la diminuta y pintoresca biblioteca callejera.

Aníbal se tomó una foto con la pequeña biblioteca y la compartió en su perfil de Facebook, relatando su experiencia. Agregó una línea que desencadenó una aventura cultural: “¡Qué lindo sería hacer algo similar en el Paraguay!”.

Algunas personas que lo leyeron, asumieron el desafío. Pryscila Isabel León, una vecina de Lambaré, también apasionada por la lectura, fue la primera en tomar contacto con él. “Hagamos la biblioteca, yo puedo mandar construir el mueble y vos conseguís los libros”, le propuso. Tras superar algunos obstáculos burocráticos municipales, el sábado 27 octubre del 2018, a las 10 de la mañana, se inauguró la primera biblioteca callejera en la plaza Ayolas, frente a la Municipalidad de Lambaré.

“No va a durar”, “te van a robar todos los libros”, “es una quijotada en un país de gente ignorante”, “a los paraguayos no les gusta leer”, fueron algunos de los comentarios negativos que recibieron Aníbal, Pryscila y otros amigos y amigas que se fueron sumando a la cruzada, pero esa primera biblioteca de Lambaré no solo sigue allí, funcionando activamente, tanto que celebró su tercer cumpleaños con una gran fiesta cultural, sino que desde entonces el ejemplo se ha replicado en gran proporción, sumando —hasta la fecha de redacción de este reportaje— unas 146 bibliotecas callejeras en distintos pueblos y ciudades del Paraguay.

Además de Aníbal y Priscila, la cruzada tuvo pronto otros entusiastas promotores, como Álvaro Gímenez Kropf, Jorge “Cachito Ávalos, entre muchas otras personas que hoy conforman la red Bibliotecas Callejeras Paraguayas.

“La idea resultó altamente contagiosa, de esos contagios que son positivos, no como los del Covid”, dice Aníbal, con su reconocido espíritu burlón, quien ha sido bautizado como “el padre de las bibliotecas callejeras del Paraguay”, aunque él (que ha asistido a la inauguración de por lo menos un centenar de estas bibliotecas), le gusta más autodefinirse como “halero”, alguien que con el popular grito de “¡hale!” estimula a que otros hagan.

Inauguración de la Biblioteca Callejera «Rincón de Lectura» en el barrio Hipódromo de Asunción. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA

Experiencias pioneras de lectura al aire libre

En términos estrictos, la biblioteca callejera de la Plaza Ayolas de Lambaré no fue la primera en su tipo, pero sí fue la que desencadenó todo un fenómeno cultural, permitiendo un mayor acceso y estimulando de manera masiva el fomento de la lectura.

Algunos antecedentes más aislados se registran desde el 2014, cuando educadores y vecinos del barrio Ykua Naranja, de Itauguá, crearon una biblioteca al aire libre en la placita Félix Fernández, utilizando cajones de madera, en donde ubicaban los libros recibidos en donación.

La docente Zunilda Leguizamón, actual emprendedora del Café Literario y Librería Mainumby, en la ciudad del ñanduti, junto a su socia, la también docente Nilda Riquelme, fueron las principales animadoras de la experiencia pionera, que tuvo continuidad en varios otros barrios y compañías de Itauguá, como también con alumnos y alumnas del Instituto de Formación Docente (IFD) de la ciudad de Eusebio Ayala, Cordillera, donde Zunilda imparte clases.

Ella recuerda que la idea inicial les inculcó el actor teatral Jorge Brítez, director de Bochín Teatro Clown, quien junto a su esposa Marisa Cubero y a su hija Aura Brítez estimulaban la pasión por la lectura como parte de sus presentaciones en comunidades, llevando una biblioteca móvil con libros.

Brítez, quien se volvió a establecer en el Paraguay en 2002, luego de un largo exilio durante la dictadura stronista, narra que conoció experiencias similares en España e Italia, donde es común intercambiar libros durante las presentaciones teatrales. En su domicilio y centro cultural en Isla Bogado, Luque, además de una “biblioteca de oficios”, ellos acostumbran implementar una mesa con “libros al paso” para que los vecinos acudan a usufructuarlos. “Talvez seamos algunos de los pioneros en sacar los libros a la calle, pero indiscutiblemente el mérito de difundir las bibliotecas callejeras es del amigo Aníbal Barreto Monzón”, reconoce Jorge “Bochín” Brítez.

En 2016, la Municipalidad de Itacurubí de la Cordillera también habilitó un espacio de lectura al aire libre en el Parque Ecológico y Turístico Ita Coty, con un pequeño estante lleno de libros, con bancos y mesitas, creando un agradable ambiente de fomento de la cultura en un entorno natural. La falta de un cuidador permanente y de un mantenimiento constante incidió en que el proyecto no tenga continuidad, ya que muchos libros fueron robados o se destruyeron con el paso del tiempo.

Entre 2017 y 2018, en su sede industrial en Itauguá, la empresa Iris SAIC también promovió la creación de pequeñas bibliotecas al aire libre, la primera para sus propios empleados, apadrinando además otras dos en la plaza central de la ciudad y en el local de la Municipalidad.

“Facilitar un libro es el acto de amor más puro, lo decíamos en la clase con los alumnos, porque facilitamos alas para volar y ser libres. Bibliotecas al aire libre llamamos al proyecto y sacamos los libros para que tomen sol en las manos del estudiante, ilumine su mente y lo anime con alegría para leerlo. Los ejecutores fueron los futuros maestros de Lengua y Literatura Castellano Guarani, del IFD Eusebio Ayala”, señala Zunilda Leguizamón.

Algunas de las alumnas del IFD replicaron la propuesta, creando bibliotecas en sus respectivas comunidades. Es el caso de Jessica Velázquez, quien utilizando cajones de madera que habían servido para embalar frutas y verduras, pintado con colores vivos, implementó un sistema de bibliotecas móviles para propiciar espacios de sesiones de lecturas con niños y niñas en aisladas zonas rurales de su ciudad, San José Obrero, en Cordillera.

Lidia Mariana Báez es otra de las exalumnas del IFD de Eusebio Ayala, actualmente ya recibida como docente, quien creo la biblioteca popular en su ciudad, Itacurubí de la Cordillera.

“¿Por qué hablamos tanto de leer, leer y leer? Es aburrido, dicen… y justamente es esa la razón, por el cual surgió este espacio, porque leer al aire libre permite al lector construir un ambiente agradable, mayor capacidad de concentración, ver a la lectura como fuente de placer al relacionarlo con el entorno y múltiples beneficios. Al captar esta situación con personas mayores, futuros maestros, que la verdad implica una etapa bastante preocupante, me animé a montar en mi hogar la Biblioteca Popular Corazón de Perla, con tanto entusiasmo que a mi papá le encantó la idea. Compré una manta, pinté unas cajas y sembré mis libros, junto con las flores de variados colores. La lectura es imaginación, es descubrimiento, es relación, es acción, la biblioteca móvil es la mejor arma para despertar y progresar en esta sociedad silenciosa y opaca. Acércate, anímate, sumérgete y deja que por lo menos un libro se pose en tus manos”, escribe Lidia Mariana.

La profe Zunilda Leguizamón, quien junto a Nilda siguen desarrollando tareas de lectura desde Mainumby Café Literario, reflexiona: “Queremos cambiar, queremos un país más justo, entonces hay que trabajar de raíz. Un ciudadano que lee, tendrá pensamiento crítico y pensará en libertad”, destaca.

La propuesta de las ‘bibliotecas al aire libre’ fue también base de Ña mokyryi aranduka, un proyecto de estimulación a la lectura en el nivel inicial, llevado a cabo por el Centro Creativo y Cultural para el desarrollo de la primera infancia Torore, de la Gobernación Central, que tuvo a Zunilda y Nilda como principales coordinadoras. Trabajaron en 20 escuelas, capacitando a profesoras, realizando talleres y formación de bibliotecas, con participación de reconocidos autores de literatura infantil, como Javier Viveros y Alejandro Hernández von Eckstein.

“Si queremos que la gente lea, no solo tenemos que instalar bibliotecas en la calle. Hay que propiciar la lectura con dinamizadores que estén capacitados, utilizando estrategias innovadoras y ser muy, pero muy constantes. Poco a poquito se puede instalar el vínculo con los libros en el nivel inicial y luego pase a los otros niveles, de manera que los alumnos egresados superen la triste valla del analfabetismo funcional. Creemos que así se podrá valorar y darle el mejor uso a un libro y propiciar en comunidad espacios de lectura”, refiere Zunilda Leguizamón.

La joven docente Jessica Vázquez y su biblioteca móvil, compartiendo lectura con niños en su comunidad de San José Obrero, Cordillera. / GENTILEZA

La biblioteca callejera de Ñe’ẽ Raity

La iniciativa de sacar los libros a las calles, a las plazas, a los caminos rurales, con libre acceso para que los vecinos los puedan leer y compartir, constituyó toda una odisea cultural, principalmente en el oscuro tiempo de la pandemia del coronavirus, que ocasionó una crisis de salud, social, política y económica, manteniendo a mucha gente recluida en sus casas.

Fue el caso de los directores de este medio. En marzo de 2020, Andrés Colmán Gutiérrez y su esposa Desirée Esquivel decidieron mudarse a la fracción San Francisco, en Atyrá, Cordillera, donde ella tuvo la idea de habilitar una pequeña biblioteca pública en la vereda del espacio creativo Ñe’ẽ Raity, inspirada en el emprendimiento que llevaban adelante Aníbal y los demás miembros de la activa Red de Bibliotecas Callejeras en el Paraguay.

En ese momento, en el Departamento de Cordillera ya existían ocho bibliotecas de este tipo: cinco en Caacupé, una en Eusebio Ayala, una en Piribebuy y una en Arroyos y Esteros.

Cuando compartieron el plan de habilitar la primera de ellas en el municipio de Atyrá, recibieron entusiastas muestras de apoyo, tanto de los vecinos de la comunidad, como la de las autoridades locales y de diversas personas e instituciones, que se ofrecieron a donar libros y a acompañar la iniciativa.

Rubén Maciel, un talentoso y dinámico herrero de la compañía Cabañas, de Caacupé, se encargó de fabricar el buzón y un bello banco de lectura, los que instaló en la vereda de la residencia, que también funciona como espacio creativo y cultural, en la modalidad de coworking o trabajo compartido, desde donde se edita El Otro País. Los vecinos y familiares, Cristian Achucarro y Azucena Colmán, también instalaron bancos de plaza en sus veredas, para ampliar el espacio de lectura.

La Biblioteca Callejera Ñe’ê Raity se inauguró el sábado 13 de marzo de 2021, durante un acto en plena calle, en plena época de pandemia del coronavirus, cuidando todos los protocolos del modo Covid, incluyendo emotivos momentos artísticos. Los amigos de la Asociación Cultural Jukyty, de la ciudad de Eusebio Ayala, se adhirieron con la danza “Alabanza a mi terruño”, a cargo de la Academia de Danzas Yvaga Rape, dirigida por la profesora María del Carmen Duarte, además de la exquisita cantante barrereña Chabely Fretes, con la guitarra de Juancho Ojeda, que deleitó con “Un solo canto”, de Lizza Bogado, y la épica canción “Acosta Ñu”, de Emilio Biggi, en la particular versión que suele entonar en la representación conmemorativa, cada 16 de agosto, en el mismo campo de la histórica batalla de los niños durante la Guerra de la Triple Alianza. Las directivas del café literario Mainumby, de Itauguá, Zuni Leguizamón y Nilda Riquelme, también se sumaron con el dúo cubano-paraguayo de Anya y Canet, que ofrecieron bellas canciones con rítmica raíz tropical.

Un hecho significativo fue la presencia del entonces intendente municipal de Atyrá, Juan Carlos Matto, y del presidente de la Junta Municipal de Cordillera, Juan Ramón Martínez (actual intendente atyreño), quienes valoraron el emprendimiento cultural.

El momento más emotivo fue la intervención de Aníbal Barreto Monzón, el principal iniciador e impulsor de la Red de Bibliotecas Callejeras.  “De a poco estamos derribando el mito de que a los paraguayos no les gusta leer”, indicó Aníbal.

La cantante Chabely Fretes y el guitarrista Juancho Ojeda, actuando junto a la biblioteca callejera de Ñe’ẽ Raity. / KEYLA ORTEGA

Perder el miedo a los libros

Tras la inauguración de la Biblioteca Ñe’ẽ Raity, los libros han empezado a moverse con mucho dinamismo en este lugar. Jóvenes, niños y adultos concurren a buscar libros, o se quedan a leer en el lugar. Al principio, algunos muestran cierto recelo en apropiarse de los materiales, dudando de que estén disponibles sin costo alguno, hasta que se animan y entran en confianza. Entonces se inicia un estimulante proceso cultural.

Las indicaciones son impartidas en un cartel visible:

1) Elegí un libro y sentate a leer aquí (podés traer tu tereré y tu sándwich).

2) Llevá un libro y dejá otro a cambio.

3) Tomá prestado un libro y llevalo a leer, con el compromiso de devolverlo, para que otros también lo lean.

4) Doná más libros para enriquecer la biblioteca.

Tras la habilitación de la nuestra biblioteca surgieron otras iniciativas inspiradas en este emprendimiento. El docente Guido Armando Cano, presidente de la comisión Vecinos en Acción del barrio San José, de Altos, junto con sus familiares y vecinos, inauguró una biblioteca callejera en su comunidad, sobre la ruta Atyrá – Altos, el 26 de setiembre de 2021, con el padrinazgo de Ñe’ẽ Raity.

El miércoles 20 de octubre, en el barrio Hipódromo de Asunción, se inauguró la biblioteca calljera Rincón de Lectura en la vereda del domicilio de la familia Achucarro Colmán, en la calle Samuhu casi Guarayos. Es una iniciativa de Azucena Colmán de Achucarro, con miembros de su familia y sus vecinos de la cuadra, que contó también con el acompañamiento de Ñe’ẽ Raity. El acto contó con la presencia de Aníbal Barreto y varios miembros de la Red de Bibliotecas Callejeras del Paraguay.

El 23 de octubre de 2021, en la ciudad de Itá, Departamento Central, en la vereda del Centro Educativo Juan Pablo II, Mi Pequeño Mundo, se inauguró otra biblioteca callejera, impulsada por iniciativa de la profesora Lourdes Ferreira, con el apoyo de Desirée Esquivel, directiva de Ñe’ẽ Raity, quien fue alumna del establecimiento en el jardín y el pre-escolar.

El domingo 13 de marzo, exactamente a un año de haberse inaugurado la Biblioteca de Ñe’ẽ Raity, se inauguró la segunda Biblioteca Callejera del distrito y la primera en el centro urbano de Atyrá, esta vez impulsada por la Municipalidad local y por el grupo juvenil Atyha Pypore, con libros que fueron donados para el Pesebre de los Libros, iniciativa del municipio y de Ñe’ẽ Raity en la Navidad de 2021, que contó con el apoyo de importantes editoriales, como Servilibro, Intercontinetal, Fausto, El Lector, Atlas, Rosalba, que donaron varios lotes de volúmenes, además del Fondec. La nueva Biblioteca está instalada en una frondosa plaza, junto a la Iglesia San Francisco de Asís y es la primera de otras que se instalarán en lugares emblemáticos de la ciudad más limpia del país.

El lunes 11 de abril, Andrés y Desirée estuvieron en la ciudad de Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro, acompañando a la jueza de la niñez y docente Mónica Soledad Duarte, en la inauguración de la Biblioteca Callejera número 145 del país, en la vereda de la Universidad Tecnológica Intercontinental (UTIC), iniciativa llevada adelante por alumnos del tercer curso de Derecho, con respaldo de las autoridades educativas. Fue además un acto de homenaje a Aníbal Barreto Monzón, quien no pudo asistir por problemas de salud.

El lunes 25 de abril, los directivos de El Otro País fueron invitado a inaugurar otra biblioteca al aire libre (la número 146 en todo el país) en el patio de la Escuela Básica Número 42, Domingo Martínez de Irala, de la ciudad de Altos, Cordillera, disponible, principalmente, para la mayoría de los alumnos y alumnas de la institución. La iniciativa partió de los propios directivos del establecimiento educativo, principalmente del profesor Armando Mili Cano, con apoyo de la Municipalidad de Altos. En este caso se inscribió en el marco del Proyecto Escuela Temática, con el nombre de Centro de Recursos para el Aprendizaje Profesor Carlos Aguilera Méndez, en homenaje a un educador pionero, ya fallecido. Estuvo presente el intendente de Altos, César Ferreira, quien donó una minibiblioteca para la escuela, además de varias autoridades locales. También se hizo presente la cantautora Mariví Vargas Cueto, miembro del consejo directivo del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec), quien donó un lote de libros.

La inauguración de la Biblioteca Callejera N° 146, en la Escuela 42 de Altos. / GENTILEZA

Una aventura abierta al mañana

La cruzada de las bibliotecas callejeras no se detiene. Cada día, alguna persona establece contacto con los principales promotores, consultando cómo hacer para replicar el proyecto en su comunidad.

Los iniciadores incluso han elaborado un manual para guiar el emprendimiento. Se sugiere mandar confeccionar el mueble buzón, de estructura de metal o de madera, buscando que sea resistente a la intemperie y tenga un sistema de protección para que los libros no sea afectados por el sol, la lluvia o la humedad.

El costo puede variar entre 400 a 600 mil guaraníes por cada mueble buzón, según la negociación con herreros o carpinteros, pero también lo pueden confeccionar grupos voluntarios.

El manual recomienda como mínimo una base de 40×40 centímetros y una altura de 50 centímetros dividida en dos compartimientos: La parte superior de 30 centímetros de altura para libros, diarios, revistas y documentos de gran tamaño, y la parte inferior de 20 centímetros de altura para libros pequeños y de bolsillo.

El buzón debe ser sostenido “por un tubo de hierro o viga de madera de 120 centímetros de altura, que se entierra en el suelo a la mitad de su altura, a modo que cualquier niño o adulto acceda fácilmente. El revestimiento ideal es vidrio traslúcido para que sea visible el interior del buzón y se pinta a creatividad abierta el exterior con pintura sintética. La estructura terminada se fija al suelo con un poco de piedra bruta y cemento. Un cartel interior enuncia la misión del proyecto y el correcto uso del mueble buzón”, indica el manual.

Sin embargo, el ingenio y la creatividad puede llevar a reciclar objetos en desuso, como una vieja heladera, un horno eléctrico o de microhondas que ya no funciona, como se ha hecho en localidades como Luque o Barrio San Pedro.

La evaluación acerca de la experiencia muestra hasta ahora resultados desiguales, pero siempre interesantes. En varios lugares se pueden encontrar bibliotecas que están vacías, o rotas, o destruidas, pero no constituyen la mayoría de los casos. Generalmente, las más vulnerables son las que quedan libradas a su suerte en zonas de gran densidad poblacional, o en área marginales, en donde recicladores o personas adictas a las drogas se roban todos los libros para tratar de venderlos, pero en zonas en donde los pobladores se apropian del proyecto y ejercen un buen control social, las bibliotecas funcionan con buena dinámica y activo recambio de libros y materiales,

Aníbal Barreto señala que la primera biblioteca instalada en la Plaza Ayolas de Lambaré es una de las que mejor se mantienen, con una activa presencia de jóvenes que acuden a leer. En el barrio Hipódromo de Asunción, los vecinos deben llavear el buzón en horas de la noche y habilitarlo en horario diurno, con un control permanente, la llave la tienen varias personas del entorno. En la biblioteca de la plaza de la Iglesia, en el centro de Atyrá, son los miembros del grupo de jóvenes Atyha Pyporé quienes se encargan de vigilar y dinamizar el espacio. En nuestra biblioteca de Ñe’ẽ Raity nunca hemos sufrido robos ni destrucción y vemos que los pobladores acuden a intercambiar libros con mucha frecuencia, principalmente niños y niñas, como también recibimos constantes donaciones que permiten renovar la oferta de materiales y alimentar a otras bibliotecas vecinas.

En este proceso hemos aprendido que el principal factor está en dinamizar el espacio, sin permitir que se convierta en un sitio estático. Hemos contado con el apoyo de valiosos artistas como el cantautor Ricardo Flecha, el autor teatral Calolo Rodríguez, la cantante Chabely Fretes y el guitarrista Juancho Ojeda, entre otros, que han llegado a ofrecer conciertos solidarios, talleres de teatro y cuentos para niños y niñas, estimulando que la biblioteca callejera se vuelva un lugar de encuentro comunitario, un espacio vivo, un centro de cultura abierto a la participación comunitaria. Las bibliotecas callejeras son semillas sembradas para un país soñado, en donde el acceso a un libro deje de ser un lujo para la gente del pueblo.

Anibal Barreto Monzón, presidiendo la inauguración de la Biblioteca Callejera «Mi Pequeño Mundo» en Itá, Departamento Central. / ACG

________________________________________________

Si conocés alguna otra experiencia interesante de personas o grupos sociales que llevan adelante iniciativas de soluciones ante problemas que enfrentan en su entorno o su comunidad, y creas que lo podemos contar en El Otro País, ponete en contacto con nosotros por mensajería Whatsapp al 0985499855 (línea Tigo) o al correo electrónico: [email protected]