Un artista mexicano pinta la historia de la comunidad guaraní Pindo

Un desvío de ruta durante la pandemia trajo al reconocido artista visual mexicano David Zepeda Armengol y su entonces compañera de viaje Nidia Ponce de León al Paraguay. De visita a la comunidad mbya guaraní Pindo, en San Cosme y Damián, quedó impresionado por la historia de los indígenas desplazados por la represa Yacyretá, que han podido reinventarse. Decidió quedarse a pintar murales en la primera escuela indígena, como parte de un proyecto artístico y cultural más amplio. Nuestro colaborador Brígido Bogado, periodista mbya, fundador de esa misma escuela, entrevista a David, quien a su vez lo pinta como parte de la historia.
David Zepeda Armengol muestra uno de los retratos que pinta en la escuela indígena de Pindo. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA

Es raro verse retratado en las paredes de la primera escuela indígena que me tocó fundar hace varios años y ser su primer maestro, cuando nuestra comunidad Pindo tuvo que reinventarse, luego de que sus miembros fueron expulsados de la Isla Yacyretá, debido a la construcción de la represa. Esa historia la he contado en mi primer reportaje para El Otro País. Ustedes lo pueden leer en este enlace.

Durante la pandemia del Covid-19, llegó a Pindo el destacado artista virtual mexicano David Zepeda Armengol, quien quedó impactado por la historia de nuestra comunidad y nos propuso quedarse a hacer un trabajo artístico, pintando nuestra historia en murales, en las paredes de la escuela, como parte de un trabajo cultural más amplio, que él explica muy bien en esta entrevista.  

Junto a otros referentes importantes en el establecimiento Pindo, como el abuelo Faustino o la médica tradicional Eduarda Ayala, el pintor me ha incluido en su valiosa obra. Allí está mi retrato, en las paredes de la primera escuela indígena que pude fundar y donde me tocó dar clases a los niños y niñas de mi comunidad. Es parte de nuestra historia que David está recuperando y plasmando en pinturas murales, para que no se olvide, para que quienes visitan nuestra aldea lo aprecien, lo reconozcan y lo valoren.

Ahora me toca a mí entrevistar a David para El Otro País. El personaje que ha sido pintado le entrevista a su pintor. Es una experiencia curiosa, pero al mismo tiempo muy interesante.

¿Quién es David Zepeda Armengol?

— Soy un artista visual mexicano, egresado de la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado La Esmeralda. Mi trabajo se ha desarrollado entre las técnicas del dibujo, fotografía, instalación, y algunas otras como la video-danza, investigación artística y happenings, que llamo activaciones arquitectónicas. Desde el año 2018 me volví un artista trashumante, realizando un viaje de largo aliento por Latinoamérica, proyecto que inicié con Nidia Ponce de León, como parte de una economía nómada. Como dicta la condición trashumante, en algunos lugares del trayecto me he detenido para producir obra y exponer.

¿Cómo fue que llegó al Paraguay?

— A Paraguay me trajo un desvío de ruta. Después de tres meses viajando por distintas ciudades de Brasil nos dirigíamos hacia Argentina, pero por contingencias de la pandemia, la frontera estaba cerrada. Así decidimos adentrarnos en Paraguay, cruzando la frontera de Foz do Yguazú (Brasil) con Ciudad del Este, donde por primera vez presencié el fenómeno del guaraní como idioma indígena oficial de Paraguay, desde mi punto de vista un triunfo cultural en la historia latinoamericana. No es poca cosa escuchar a personas con ascendencia marcadamente europea hablar un idioma indígena, a pesar de que el jopará es una evolución del guaraní en fusión con el castellano. Es el único ejemplo territorial del continente donde la tendencia colonial idiomática se contuvo y revirtió en gran medida, modificando la lengua de la descendencia europea.

Personas de la comunidad en labores cotidianas componen los murales pintados por David. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA

¿Cómo llegó hasta la Comunidad Pindo, en Itapúa?

— Luego de pasar unos días en un extraño hotel vacío, en Encarnación, fuimos a recorrer las reducciones Jesuíticas de Jesús, Trinidad y las de San Cosme y San Damián, donde Agustín Verá, miembro de la Comunidad Pindo, fue quien nos hizo de guía turístico indígena. Al finalizar la visita nos ofreció llevarnos a conocer su comunidad, de la cultura Mbya Guaraní, en su día de descanso.

Esperamos unos días en San Cosme y San Damián, en la posada 6 Hermanos, donde por cierto probamos delicias de la tradición culinaria paraguaya, como la sopa, el cocido, las chipas, chipa guazú, mbejú, vorí vorí, locro blanco. Se abrían a mis sentidos la complejidad y riqueza de la cultura guaraní de Paraguay.

Esa mañana, Agustín nos esperó en la ruta, a la altura de calle 5. Nos llevó a caminar por uno de sus senderos, a lo largo del cual tienen dispuestas distintas trampas, que aún utilizan para cazar. Nos habló de algunas especies de la flora local, de la historia de la Comunidad Pindo, de sus actividades económicas como la artesanía, la producción y cultivo de consumo propio como el avatí, la mandioca, frutas, miel. La encomiable defensa de su religión a través de los siglos, en resistencia al avasallamiento del colonizaje y los epistemicidios. La organización de la Tekoha en asambleas y la transmisión de saberes de una generación a otra.

¿Qué le llamó la atención en la comunidad Pindo, para decidir quedarse a realizar un valioso trabajo artístico?

—Un pasaje de su historia que me interesó particularmente fue el relacionado al desplazamiento que sufrieron, al ser expulsados de su isla Yacyretá, por causa de la construcción de la hidroeléctrica, los cambios drásticos en su forma de vida, años de difícil e incluso imposible adaptación a la vida en las ciudades y pueblos donde se distribuyeron las familias, entre Paraguay, Brasil y Argentina, algunas formando nuevas comunidades.

—¿Puede explicarnos el trabajo que está realizando en nuestra comunidad?

—En esa visita guiada por Agustín Verá, por último, fuimos a la Escuela de Educación Básica de la Comunidad número 5841, donde la mística del espacio y los juegos de las/os niñas/os de la comunidad, suscitaron en mí una suerte de revelación, que me condujo a visualizar el proyecto mural que ahora me encuentro realizando para la comunidad de nombre “Pindo rape”, o el camino de Pindó, que se desplazará como ilustraciones de las páginas de un libro, por los muros de la escuela, alternando imágenes y textos. La experiencia se expandió a una investigación casi etnográfica, con fotografías, entrevistas y videos documentales, pero también ideas como la posible realización de un mariposario de especies endémicas, y un jardín-biblioteca al aire libre, dedicado a la cultura guaraní y la consustancial defensa de la vida que practican, de lo que ustedes llaman el Yvy Maraey.

—Hay una combinación de varias técnicas del arte.

—Estoy trabajando a partir de una recuperación del sentido del retrato, en un puente técnico entre fotografía y dibujo, como reescritura de los rostros, los cuerpos y sus roles, de las fundadoras y los fundadores de la comunidad, como lo son el abuelo Faustino, el lider pionero Pánfilo, la médica tradicional Eduarda Ayala, o el mismo fundador de la escuela de Pindó, Brígido Bogado, profesor, poeta y periodista quien realiza esta entrevista.

Asimismo, el homenaje y representación se extiende a las deidades de la religión de los Mbya guaraní, como son el dueño de la lluvia y el clima Tupá, del fuego Karaí, del sol Kuaray, del humo vivificante Jakairá, que se manifestarán en escenas cotidianas a las nuevas generaciones, las niñas y niños receptores de los valores y raíces Mbya Guaraní, próximos responsables de su continuidad y defensa. Todo desde una perspectiva de integración gradual a la comunidad y su contexto, en sentido de respeto, aprendizaje y admiración, tratando de distanciarme en lo posible, dentro de mi propio proceso, de la habitual instrumentalización extractivista y la superficialidad artística.

Brígido Bogado, autor de esta entrevista, retratado como fundador de la Escuela Indígena de Pindó y su primer maestro. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA

Después de la Comunidad Pindo, ¿cuál es su destino?

—Si bien mi intención es completar la ruta latinoamericana en dirección a Argentina y Chile, el camino sigue torciendo su brújula hacia otras comunidades de la región, quienes al conocer este proyecto mural me han solicitado repetir el ejercicio para sus Tekoha, lo cual me llena de entusiasmo y orgullo. Son aspectos complementarios de mi formación y visión como artista y ser humano.

La formación de mi generación, si bien heterogénea en genealogías estéticas, fue influenciada predominantemente a partir de discursos posmodernos y conceptualistas, como casi todas las escuelas de arte, bajo inercias de la tradición occidental, que además de reafirmar los valores culturales eurocentrados, han derivado en consonancia con valores de la especulación neoliberal, reflejados en las exigencias y competencias propias del mercado del arte y sus circuitos de validación.

Así fue que, en los primeros años, en mi trabajo se reflejaban esas ideas formal y conceptualmente, en exploraciones más introspectivas y formalistas, que gradualmente se fueron permeando por una inquietud política creciente, surgida de mi contacto con agrupaciones políticas desde el bachillerato, como la huelga estudiantil del CGH de 1999; la agitación política de la Ciudad de México, misma que dio nacimiento a la actual transformación de la vida pública de mi país. Pero también mi interés por conocer las rutas propuestas del pensamiento crítico descolonizador de pensadores como Enrique Dussel, Frantz Fanon, Sousa Santos, o el pedagogo Paulo Freire. La conjugación arte-política es una práctica natural en el contexto de una ciudad como en la que crecí.

La Escuela de Educación Básica 5841 de Pindo, la primera escuela indígena de Itapúa. En la pared se ve a un maestro dando clases a niños de la comunidad, alrededor de una fogata, a la intemperie. Así empezó la historia rescatada por David Zepeda Armengol. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA.
La abuela Eduarda Ayala, médica tradicional de la comunidad, otra personaje rescatada en los murales. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA.
Daniel Caballero, actual líder de la comunidad, otro de los personajes que componen la historia visual en los murales de la escuela. / DESIRÉE ESQUIVEL ALMADA.