Jóvenes apuestan a la educación 360° para transformar la enseñanza

Un grupo de jóvenes profesionales realizan talleres destinados a niños con la metodología de la educación 360°. El Club Escuela Solidaria es una organización sin fines de lucro que tiene como objetivo transformar el modelo educativo del país gracias a jóvenes voluntarios que aportan tiempo y conocimiento, para lograr un verdadero cambio.

En Paraguay, 6 de cada 10 niños y niñas que se matriculan en primer grado, no terminan el tercer grado, según datos de Unicef (2018). Asimismo, en 2021, el Ministerio de Educación y Ciencias dio a conocer datos que apuntan a que la deserción escolar aumentó en pandemia.

Los datos apuntan a que los adolescentes de 12 años son los que más se ven obligados a dejar el sistema educativo y para esa época se contabilizaba un total de 243.000 jóvenes que no estaban estudiando.

Además de los niños que ni siquiera van a la escuela o el colegio, está la otra terrible arista de este asunto, que consiste en el analfabetismo funcional, ya que las estadísticas señalan que 8 de cada 10 estudiantes no entiende lo que lee.

Si bien el gobierno viene trabajando en un proyecto de reforma educativa desde hace un par de años, la realidad es que la educación sigue sin ser la prioridad de las autoridades nacionales y del gobierno actual que ya cambió en varias ocasiones al titular del gabinete y sigue sin nombrar a ningún especialista en el área que pueda ayudar a solucionar los problemas estructurales.

Los resultados lo dicen, el Foro Económico Mundial, apunta a que los chicos andan repitiendo de grado, porque el colegio no atrae ni retiene. Producto de ese sistema fallido, que no puede satisfacer las necesidades de aprendizaje de los niños y con la inspiración de algunos modelos europeos de educación, nació el 2 de abril de 2017, el Club Escuela Solidaria.

“El chico debe sentirse atraído, la clase debe realizarse en un estado de alegría, de curiosidad o en una emoción positiva, porque el sistema nervioso incide en nuestra situación cognitiva para aprender”, señala el impulsor de este proyecto, Sebastián Da Ponte.

Una de las actividades del Club Escuela Solidaria / GENTILEZA

Un lugar para aportar conocimientos

En 2017, Sebastián Da Ponte decidió convocar a aproximadamente 100 personas cercanas, que se encontraban estudiando y trabajando en diferentes áreas: medicina, nutrición, economía, arquitectura, fonoaudiología e ingeniería.

Con la idea de generar un espacio en el que profesionales con conocimientos científicos y técnicos utilicen todo lo que saben para una causa: reformar la educación.

La organización empezó a funcionar a través de varias actividades, pero las jornadas principales, en la actualidad, se realizan los domingos, en las cuales los integrantes del staff y los voluntarios van a distintas zonas de Asunción, para llevar a cabo un taller para aproximadamente unos 300 niños, que están ubicados en Cateura, Tablada, Chacarita y Loma San Jerónimo.

Anteriormente, el Club Escuela Solidaria llegaba también a Luque, Ciudad del Este y Encarnación, pero por cuestiones relacionadas a la pandemia de la Covid-19 no se pudo seguir con estas ciudades, aunque sigue vigente el plan de llegar nuevamente a esos sitios en algún momento.

Los niños se divierten jugando y aprendiendo. / GENTILEZA

¿Cómo funciona esta organización?

El Club Escuela Solidaria actualmente funciona con alrededor de 30 áreas o materias, como se conocen, que se enseñan de manera transversal con el concepto de la educación 360°, que consiste en una iniciativa comunitaria y social que tiene por objetivo conectar los aprendizajes que generan en todas las situaciones y momentos de la vida de las personas.

Entre las áreas transversales que se enseñan en este lugar se encuentran idiomas, matemática financiera, primeros auxilios e inteligencia emocional, que, por ejemplo, no se encuentran en la malla curricular del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC).

Como la escuela es abierta, el alumno o alumna elige en qué clase quiere estar; tienen áreas deportivas de ajedrez, esgrima, rugby y atletismo. “En esgrima se aprende, disciplina e inteligencia emocional; en el rugby, se aprende de física, en atletismo, se aprenden las ciencias exactas en una fusión de factores”, refiere.

“También tenemos motricidad, porque muchas personas no tienen la motricidad fina desarrollada en la primera infancia y en el día de mañana, eso hace que encuentren muchas barreras”, agrega.

Explica que, además, enseñan tecnología y robótica, desde la producción, de modo a que los niños aprendan a diseñar y desarrollar softwares, y algún día puedan venderlos y no solo aprender a usarlos.

También tienen un área de transmisión, que antes conocíamos como literatura, en la que se desarrolla la capacidad de comprensión lectora.

Por otra parte, en cuanto al aspecto organizacional, esta oenegé cuenta con varias divisiones como la de proyectos, que trabaja en la sustentabilidad y estabilidad, además del área de logística, que busca las donaciones y la seguridad de voluntarios.

Asimismo, cuentan con una aplicación que les ayuda a sistematizar los datos de los talleres para poder evaluar la evolución de los chicos, si están avanzando o si no y aclara que la evaluación no es igual a como se hace normalmente en el sistema educativo.

En relación a los niveles, hay tres bien definidos: el básico, medio y avanzado. “Creemos que hoy por la situación de los chicos, no hay mucha diferencia entre los de primero a tercer grado”, agrega el fundador de la Club Escuela Solidaria.

A comienzo de 2019, formaban parte del Club Escuela alrededor de 8000 voluntarios, en pandemia llagaron a los 10.000 voluntarios que pasaron por la organización. Incluso, tenían un staff de casi 200 personas, pero luego de la pandemia, quedaron cerca de 100 personas como parte del staff, con la esperanza de volver a crecer.

«La pobreza se puede erradicar con educación de calidad», aseguran. / GENTILEZA

Un compromiso que va más allá que una jornada

Esteban Da Ponte reconoce que ser parte del Club Escuela Solidaria es un sacrificio, porque no consiste en ir a entregar un juguete, compartir un rato e irse, sino que conlleva un esfuerzo mental y físico, que se debe hacer de manera individual y colectiva.

Recuerda que hay una preparación previa para elaborar las clases y los materiales, que se van a usar en ellas que normalmente son reciclados. Los integrantes del staff, son como profesores de cátedra y los voluntarios son ayudantes de cátedra, que se inscriben.

En se punto, señala que el principal desafío de emprender esta iniciativa consistió en enseñar a la gente que el voluntariado va más allá de una jornada y que la educación es la clave para el desarrollo de un país.

“Porque siempre tratamos saltear nuestra obligación, creemos que limpiando un arroyo va a terminar el problema medioambiental o que, dándole unas cuantas herramientas a la gente, va a poder salir adelante”, ejemplifica.

Da Ponte manifiesta que esta comunidad tiene muy presente que la pobreza se puede erradicar con educación de calidad y recuerda que eso lo demostraron los países de primer mundo que no tienen planes asistencialistas, sino que más bien se centraron en la educación de calidad para los niños.

“Eso se ve en escuelas y colegios y universidades públicas en las que acceden las personas con mayor capacidad adquisitiva hasta la de menos capacidad adquisitivas, porque sus escuelas, colegios y profesores son los más importantes de la sociedad y lo dice la estructura, el salario y las investigaciones”, manifiesta.

Resalta que, en esta realidad nacional, lo que hoy sostiene el Club Escuela Solidaria son las empresas que aportan para que cada jornada sea una realidad, debido a que hay mucha inversión, ya sea en materiales como en merienda, “pero yo creo que el centro, la vértebra es el staff, ellos tienen una especialización en 360, aprender a enseñar, eso es lo que sostiene al Club Escuela”, asevera.

La comunidad participa activamente de la experiencia. / GENTILEZA

Pasos que dejan huellas para un mejor futuro

El fundador de Club Escuela Solidaria dice que ya se pueden ver resultados positivos del esfuerzo de los últimos años.

Asegura que tuvieron logros, como haber tenido la oportunidad de enseñar a profesores del MEC, en 2018, sobre la educación 360. También señala que están aportando una pedagogía que sirve, ya que los niños están aprendiendo en un taller a diferencia de las semanas que les lleva en la escuela, aprender lo mismo.

“Nosotros no nos dedicamos a reforzar el sistema fallido, que no está actualizado porque son materias y contenidos que ya no son viables, el mundo cambió, y la educación debe cambiar”, resalta.

También acota que hay niños que se volvieron mejores alumnos, algunos que no estaban en el sistema educativo y ahora ingresaron, además de otros que se reintegraron gracias a estos talleres.

“Hay chicos que siguen yendo, que están desde que empezamos y pretenden ser voluntarias, lo que buscamos es que mañana podamos seguir en el colegio y la universidad, conectarlos con becas internacionales, apuntamos a seguir creciendo dentro del sacrificio y el esfuerzo que es la pospandemia”, concluye Sebastián Aponte.

Una merienda sana es parte del proyecto educativo. / GENTILEZA