La comunidad migrante de Venezuela tuvo a inicios de septiembre su primer encuentro masivo y cultural en un espacio público de Ciudad del Este, Alto Paraná. Además de probar las tradicionales arepas y ponches, los participantes escucharon folklore venezolano como la gaita, merengues y también músicas afrodescendientes. Uno de los momentos más emotivos, fue protagonizado por un elenco de jóvenes (hombres y mujeres), que interpretó danzas típicas de Venezuela.
Antes de cada baile, una mujer venezolana tomaba el micrófono y hacía una introducción pedagógica, informando las características de la música, la danza, su mensaje y detalles de la expresión cultural. Ella se llama Judith Liseth Romero Guilarte (50). Es oriunda del Estado de Bolívar, Venezuela y está por cumplir tres años viviendo en Ciudad del Este. Es profesora, al igual que su esposo y juntos tienen una hija. Judith enseña danza en un colegio privado y creó un elenco con jóvenes interesados en la cultura venezolana.
Esta es la historia de una mujer migrante y danzante, que, junto a su familia, eligió vivir en Paraguay.
¿Por qué Paraguay?Judith responde: “Como los dos somos profesores, mi esposo y yo, estuvimos estudiando todos los países de Latinoamérica donde había menos xenofobia, donde la moneda no había tenido tanto impacto, porque nuestra moneda tuvo mucho impacto. Entonces buscamos un lugar donde la moneda fuera más estable, donde el presidente diga ‘los acepto’, donde las condiciones en cuanto a documentaciones fueran las apropiadas. Nosotros no lo hicimos por improvisar y sin conocer a nadie. Mi esposo vino tres meses antes y luego viajé con mi hija de 22 años”.
Cuenta que llegaron directamente a Ciudad del Este y en plena pandemia. Pese al contexto adverso, comenta que tuvo receptividad y apoyo de organizaciones que brindan asistencia a la migración venezolana. “Esos primeros momentos que pudieron haber sido más duros, no fueron tan duros. Y el pueblo paraguayo es muy hospitalario y muy dado, muy cálido”, expresa.
En Venezuela, ella enseñaba arte en colegios y universidades. “Contra todo pronóstico, aquí soy profesora de arte otra vez. Me dedico al teatro, la danza y artes plásticas”, comenta.
No fue fácil para ella encontrar trabajo, sobre todo porque averiguando, se enteró que el Ministerio de Educación no contrata extranjeros/as para enseñar en escuelas y colegios públicos. Entonces empezó a buscar en instituciones privadas. “Cuando toqué la puerta, tuve la suerte de encontrar un director que conocía la situación, porque muchos desconocen la realidad política y social de Venezuela. Tuve la suerte que encontrar a una persona que estaba en conocimiento de lo que sucedía y fue muy dado. Me preguntó en qué podía ayudar y yo le dije: ‘yo no vine a dar lástima, yo vine a ofrecer mis servicios. Si me ayudas a mí, ayudarás a muchos más’. Nosotros mandamos el dinero para allá”, cuenta al recordar aquella conversación.
Expresa que su salario le permite enviar un poco de dinero a su madre que está en Venezuela: “Ahorita el sueldo mínimo allá está como 10 a 12 dólares, todo el tiempo tiene cambios. El momento en que llegué a acá, el sueldo allá estaba en 1 o 2 dólares. Entonces yo mando un poquito y eso le sirve a mi mamá para ir al médico, para comprar comida, para estar bien”.
Enseñar y difundir la cultura venezolana
Judith empezó a enseñar sobre la música y la danza venezolana a partir de una fiesta patronal celebrada en su barrio. “A una persona se le ocurrió que yo podría mostrar parte de la cultura de mi país, eran las fiestas de San Miguel Arcángel. Presenté y quedaron encantados”, recuerda.
Presentó sobre la historia de personas esclavizadas en Venezuela, al igual que en el festival en el lago, una presentación impactante que interpela sobre el racismo aún latente en la sociedad.
“Yo siempre pensé que en Venezuela tenemos mucho que aprender, porque tuvimos mucha esclavitud y mucha dictadura, entonces tenemos mucho que aprender. Creo que lo que pasó a nuestro pueblo es que era demasiado rico, mucho petróleo, mucho oro y mucha gente interesada en nuestra riqueza”, reflexiona.
Desde la primera presentación en público, no deja de recibir invitaciones. “Actualmente tengo 5 invitaciones en agenda. Estoy sorprendida, yo no me lo esperaba”, comenta.
Consultada sobre su motivación con el elenco, responde: “Quisiera que mi cultura no se olvidara y que se multiplicara a través del paso del tiempo”.
Finalmente, sobre la migración venezolana presente en varios países de América Latina, ella manifiesta:
“No es hora de ponernos a llorar, es hora de ponernos a luchar y a ser productivos. Mi patria no necesita gente que la llore, sino que la trabaje y la difunda, que muestre lo que nosotros somos, un pueblo preparado académicamente, un pueblo bueno, que está pasando por una prueba y pienso que Dios nos está poniendo una prueba para que aprendamos. Gracias a este éxodo venezolano, nuestra gastronomía está regada por todo el mundo, nuestra cultura se está expandiendo. Tal vez éramos muy arrogantes y teníamos que ser más humildes. Lamento todas las veces que lloré porque no tenía zapatos, cuando había gente que no tenía pies”.
Sobre la migración de Venezuela en Paraguay
Datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas indican que, desde el inicio de la crisis política en Venezuela, alrededor de 5,4 millones de venezolanos y venezolanas se vieron obligados a migrar en calidad de refugiados a otros países. El éxodo se inicia en el 2002. En el 2017, cuando Venezuela atraviesa por uno de sus momentos más críticos, el ingreso a Paraguay registra 4.468 personas. Actualmente, según datos oficiales, hay 5.887 personas migrantes de Venezuela en nuestro país, según datos de la Dirección General de Migraciones de Paraguay (DGM). Cabe señalar que el 55% de la migración venezolana en Paraguay son mujeres, niñas y adolescentes.
El primer festival de migrantes venezolanos se realizó en Ciudad del Este como parte de un programa del UNFPA, Fondo de Población de Naciones Unidas, y las organizaciones que integran la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, conocida como Plataforma R4V.