Talleres sobre peluquería y costura; charlas sobre enfermedades de transmisión sexual y asesoramiento; ferias de distintos tipos de artículos, como ropas restauradas, planteritas y almohadas aromáticas, es un poco de lo que hace Casa Diversa, para ayudar a la comunidad trans.
Este centro comunitario nació en 2018, como una respuesta a situaciones que sufrieron hombres y mujeres trans, como abuso sexual y explotación, tras quedar en situación de calle, ante el desamparo de sus propias familias.
Las personas trans en nuestro país, en su mayoría, son expulsadas de sus familias, no consiguen trabajo en empresas ni instituciones del Estado, no pueden seguir estudiando en el sistema educativo estatal, debido a la discriminación, asedio y violencia de las que son víctimas frecuentemente.
Por esos motivos, normalmente, muchas de estas personas terminan siendo trabajadoras sexuales para subsistir y en ocasiones, caen en los vicios, al no tener ningún tipo de acompañamiento o contención.
Yren Rotela, mujer trans activista por los Derechos Humanos y fundadora de Casa Diversa, cuenta que este espacio empezó con el alquiler de una piecita y luego fue creciendo, hasta lograr albergar a mayor cantidad de personas y ofrecer una variedad de servicios.
“Surge después de muchos intentos, a través de lo que va pasando a las personas que integran las comunidades. Normalmente, no conseguimos vivienda o cuando estamos enfermas no podemos sostener nuestro alquiler, porque vivimos del trabajo sexual”, explica.
Yren cuenta que como comunidad golpearon un sinnúmero de puertas para conseguir ayuda. Reconoce que, así como muchas puertas se cerraron de manera dolorosa con desagravios y rechazos, otras se abrieron e hicieron posible que esta comunidad se sostenga.
Una manera de retribuir lo aprendido
She Rock, un programa de la Embajada de Estados Unidos para mujeres líderes, eligió como becaria a Yren Rotela. Gracias a esto, en 2018, pudo viajar a Norteamérica y conocer Casa Ruby, un lugar transitorio para la comunidad LGTBI, destinado a los migrantes y principalmente a la comunidad latinoamericana.
Con el dinero que le dieron para viáticos y ya conociendo más de cerca la experiencia de EE.UU., Yren decidió ahorrar para hacer un espacio similar en Paraguay. “Yo me fui empoderando preparando y hoy tengo la posibilidad de devolver a la comunidad lo que yo aprendí”, resalta.
Acuerdos para acceder a un derecho básico: Salud
Una de las necesidades grandes que tiene la comunidad trans en Paraguay es el acceso a salud, por ese motivo, Casa Diversa decidió realizar asesoramiento referente a enfermedades de transmisión sexual.
Empezaron a repartir condones, hicieron consejería y contactaron con programas para que puedan ser atendidas. Esto pudo ser posible a través de un acuerdo firmado con la Clínica de la Familia, CEPEP.
En ese contexto, no solo pudieron asesorarse, sino además acceder a los programas para hacerse el test gratuito del VIH. No obstante, esto no se detiene en salud física, sino también abarca lo que es salud mental y control de adicciones, en atención a la situación de calle en la que viven o vivieron muchas personas de la comunidad.
Atención diversa y constante
Si bien este espacio comunitario, empezó como un sitio de encuentro, donde la persona podía llegar a recibir alguna ropa, comida o asesoramiento, hoy ya varias personas pueden ser albergadas. El cupo máximo es de 20, pero los servicios, son para todas las personas que lo necesiten, ya sea a través de los cursos, talleres, o dando información vía redes sociales y de manera presencial.
“En estos años hemos atendido a más de 120 personas trans. Pero hay algunas que siempre vuelven, porque a veces necesitan ayuda de salud, otras, asesoramiento judicial, así que siempre hay algo en lo que podemos asistirles. En el proceso de Casa Diversa, a todas las personas que son prestadoras de servicio y a quienes están dentro del albergue se les hace una evolución de qué necesitan”, resalta Yren.
Además, durante la pandemia, esta organización se caracterizó fuertemente por las ollas populares, debido a que muchas de las integrantes de la comunidad no tenían cómo subsistir.
Educación para lograr capacidad y capacidad para obtener trabajo digno
“Yo también soy una víctima, soy una persona que vivió en situación de calle, de explotación, no sé cuántas veces fui expulsada. Somos muchas las que estamos sin privilegio, no buscamos privilegio”, manifiesta la activista Yren Rotela.
En su experiencia personal, confiesa que nunca estuvo en sus planes hacer trabajo sexual. Dijo que si bien, está de acuerdo con que las personas tengan la libertad de elegir si quieren o no ser trabajadoras sexuales, no está bien que estén obligadas a hacerlo, por no tener una manera de subsistir.
“En algunos casos, empieza a los 13 o 14 años, eso es abuso y nuestra calidad de vida se destruye. La sociedad no nos ve a las personas trans como personas que podamos hacer otro trabajo. Yo no quiero que me den trabajo por ser trans, quiero ese trabajo por tener la capacidad, por eso necesitamos educación”, resalta.
En busca de esa educación, capaz de obtener espacios en notros rubros laborales, Casa Diversa buscó ayuda del Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP). “Fuimos hasta el SNPP y nuca se concretó. Es más, le ofrecimos nuestro espacio. Ellos solo tenían que poner un instructor o instructora y darnos el certificado, pero no hubo respuesta”, enfatiza.
Voluntariado y alianzas para logar educación
Ante un Estado ausente e indiferente, Casa Diversa no se detuvo, hicieron ciclos de lectura, cursos de repostería, peluquería y costura, además de clases sobre derechos y educación sexual integral.
Estos espacios de educación fueron posible a través del voluntariado de personas capacitadas que decidieron dar una mano a Casa Diversa.
“Muchas de ellas necesitan ser capacitadas. Damos formación para que la persona pueda tener una herramienta. Lastimosamente tenemos un problema que nadie nos contrata ahora”, reconoce Yren.
¿Qué hacen para seguir adelante?
“A pesar de todas las situaciones de odio que estamos viviendo, nosotras no hemos perdido la fe, la esperanza y la espiritualidad. Tenemos espacio con cristianos inclusivos y somos un centro de práctica de la fe”, indica.
En cuanto a lo económica, gracias a los cursos nació un espacio colaborativo de emprendimiento. Hoy la mayor fuerza de Casa Diversa es la costura, pero además hacen sublimado de tazas, postres y almohadas aromáticas.
“Nos reinventamos según las necesidades, sostenemos de a poco. Ahora tenemos un espacio de feriar todos los días. Nosotras reciclamos, arreglamos lo que nos donan y vendemos”, comenta Yren.
Actualmente también cuentan con el apoyo de Amnistía Internacional para cubrir algunos gastos durante un año.
También resalta que ya hay un par de empresas que están abriéndose a la posibilidad de contratar a personas trans. Si bien, no tienen un trabajo continuo, están empezando a trabajar.
Además, cabe recordar que, también por primera vez en la historia una marca de ropa, Vagos, hizo una campaña, la cual consistió en que todo el monto recaudado de las prendas vendidas en el marco de la campaña, iban a ser destinadas a Casa Diversa.
Yren Rotela subraya además que tienen un importante grupo de padrinos y madrinas, profesionales o personas con muchos seguidores contribuyen de alguna manera pidiendo donaciones para @casadiversapy por lo cual obtienen mayor difusión y esperan que eso también se traduzca en mayor colaboración y conciencia de la sociedad.