Bahía Negra es una ciudad chaqueña, en el departamento de Alto Paraguay, separada por unos 800 kilómetros de la ciudad de Asunción. Es, además, el segundo distrito más grande del país, de unas 3.500.000 hectáreas.
Esta localidad, con frecuencia, se convierte en el foco de reportajes especiales que hablan sobre su riqueza medioambiental. Pero el protagonismo se lo lleva, con frecuencia, el constante aislamiento que viven sus habitantes.
La lluvia es uno de los principales enemigos de los caminos de Bahía Negra, que se encharcan y se vuelven intransitables con el cúmulo de agua. Los habitantes, pasan penurias para hacer cualquier tipo de gestión, que vaya desde hacer gestiones, viajes, hasta lo más básico que consiste en conseguir alimentos y atención médica.
En ocasiones, los transportes públicos pasan estirados por un tractor. En otras, los camiones que llevan mercaderías, quedan empantanados. Pero, ¿cómo hacen sus habitantes para seguir adelante?
La autogestión y el constante esfuerzo
Varios relatos cuentan de las penurias que pasan los pobladores de Bahía Negra, pero la pregunta es ¿Cómo se las arreglan para salir adelante? ¿Cómo siguen después de la más recurrente inacción del Estado?
Los propios vecinos, armados de voluntad y solidaridad deciden juntarse. Estas personas viven en diversas comunidades como Toro Pampa, San Carlos y María Auxiliadora, de Bahía Negra.
Salen a la ruta en mal estado, para realizar reparaciones a puro pulmón, con motobombas para desaguar los tramos inundados. Además llevan herramientas, que tienen a mano, como palas y bolsas para juntar arena, con el objetivo de tapar los baches.
Esta movilización de voluntarios, ciudadanos comunes, se realiza a través de la colaboración monetaria de personas pudientes. Estas personas colaboran con combustibles para movilizarse en camionetas y víveres para aguantar los días de trabajo en los tramos más dañados.
Soluciones provisorias
A pesar del empeño y la voluntad que habitualmente ponen estos pobladores sus herramientas logran soluciones provisorias. Aún así, falta el trabajo de organizaciones que tienen recursos y maquinarias, como el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, además de la Gobernación.
En ese contexto, se encuentra el caso del barco Aquidabán, un mercado flotante, que ayuda a abastecer de alimentos a Bahía Negra. Este navío viaja desde Concepción hasta Bahía Negra llevando frutas, verduras, lácteos, embutidos y hasta pasajeros.
También el Servicio de Transporte Aéreo Militar (SETAM) ha salvado vidas en varias ocasiones, trasladando pasajeros rápidamente.
No obstante, ambos medios tienen sus limitaciones. El Aquidabán suspendió sus viajes entre finales e inicio de este año a causa de la sequía. Por su parte, el SETAM no puede operar cuando se registran precipitaciones, ya que si la pista se moja, debido a que es de tierra, no permite que una aeronave aterrice en estas condiciones.
Los esfuerzos son grandes en las comunidades que se organizan para colaborar, para literalmente poner su granito de arena. Los medios de transporte, tanto por agua como por aire, también ayudan en ocasiones a suplir las falencias que genera la falta de caminos por tierra, pero aún así las limitaciones superan a las soluciones presentadas.
Entretanto, el gobierno sigue gestando con lentitud y burocracia, el Plan de Ordenamiento Urbano y Territorial (POUT), ideado en el año 2018, que podría ayudar realmente, una vez que se ponga en marcha, a que Bahía Negra sea una ciudad sustentable.
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