El enigma Lugo

A un mes de las elecciones generales, dos de las principales fuerzas que enfrentan al oficialista Partido Colorado buscan convencer al electorado de que cuentan con el apoyo del ex presidente Fernando Lugo, líder del Frente Guasu, a sus respectivas candidaturas. La Concertación Nacional Por Un Nuevo Paraguay, que postula a Efraín Alegre y Soledad Núñez, asegura que tienen la adhesión del ex obispo, mientras el movimiento Nueva República, que propone a Euclides Acevedo y Jorge Querey, también difunde mensajes de que son ellos quienes realmente cuentan con el respaldo. El líder en discordia ―quien ha regresado al país tras medio año de internación en Argentina y sigue su proceso de recuperación de un grave accidente cerebrovascular sufrido en agosto de 2022―, guarda un enigmático silencio, causando incertidumbre en las filas opositoras. Hay quienes aseguran que el estado clínico de Lugo no le permite aún despejar las dudas y quienes creen que se utiliza la situación como excusa para especular sobre su propio futuro político y el de su organización. ¿Se romperá la indecisión, en los próximos días?

Muy pocos dirigentes paraguayos se han de sentir tan disputados y coqueteados políticamente como el ex obispo y ex presidente de la República, Fernando Lugo, actual senador y líder de la concertación de partidos de izquierda Frente Guasu, considerada hasta ahora como la tercera fuerza política del país.

En el actual complejo panorama, en vísperas de las elecciones generales, que se llevarán a cabo el 30 de abril de 2023, son dos las organizaciones políticas de oposición que anhelan tener su apoyo y, por tanto, atraer los votos de sus muchos seguidores, pero Lugo al parecer insiste en mantenerlos en la incertidumbre, con el previsible efecto que eso tiene en la opinión pública y en quienes aun deben definir sus preferencias en las urnas.

Esta pintoresca situación debe entenderse en el especial contexto en que se desarrolla esta contienda electoral.

La Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado, que desde hace más de 70 años se mantiene en el gobierno del país con la única excepción de los comicios del 2008, en el que Lugo fue electo presidente, al frente de una alianza entre el Partido Liberal Radical Auténtico y sectores de izquierda, siendo destituido después por un golpe parlamentario en 2012, dejando un periodo que fue completado desastrosamente por el PLRA hasta el 2013, en que la ANR volvió al gobierno― llega a estas elecciones en medio de una particular crisis, mucho mayor de la que le costó su hasta ahora única derrota hace quince años, ya que el principal impulsor de la actual candidatura presidencial del economista Santi Peña, el empresario y expresidente Horacio Cartes (2012-2018), actual presidente del Partido Colorado, arrastra desde julio de 2022 la demoledora designación de ser “significativamente corrupto”, otorgada por el Gobierno de los Estados Unidos, y desde enero de 2023 sufre severas sanciones económicas contra sus empresas, que le impiden operar en el sistema económico estadounidense, lo cual, además de crearle una pésima imagen de delincuente internacional, le dificulta a la ANR acceder a préstamos bancarios para solventar la campaña electoral.

Este debilitamiento coyuntural del coloradismo, que se agrava aún más con la pelea interna entre el movimiento político de Cartes (Honor Colorado) y el del sector liderado por el actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez (Colorado Añeteté), le proporciona a las fuerzas opositoras unidas la posibilidad concreta―como pocas veces en la historia reciente―de ganarle en las elecciones al coloradismo y desalojarlo (otra vez) del gobierno, produciendo el deseado efecto de alternancia democrática… pero la enunciación no es tan sencilla.

La Concertación Nacional, formada en 2022, inició oficialmente con más de dos decenas de partidos y movimientos políticos, en donde la fuerza preponderante es el PLRA, por su carácter de ser el principal partido de oposición, con mayor número de afiliados, luego del partido colorado.

La ANR cuenta con un padrón de casi 2.500.000 personas, pero la cifra es irregular, ya que casi unas 800.000 figuran en otros padrones, lo cual implica que casi el 35% de su padrón también es reclamado por otros partidos. El PLRA tiene casi 1.500.000 afiliados, pero también unas 600 mil personas de este padrón tienen más de una afiliación. (En el Paraguay, pertenecer a más de un partido se ha vuelto una fuente de ingreso, principalmente para las personas humildes, ya que los caudillos y candidatos aportan mucho dinero para tratar de conseguir votos).

Por esta gran diferencia de estructuras y recursos entre los dos principales partidos más que centenarios (colorado y liberal), además de otros factores, se cree que solo una alianza entre el PLRA y otros partidos y movimientos más pequeños tienen posibilidades reales de disputar las elecciones presidenciales al poderoso partido colorado. Es lo que se logró en 2008, cuando el entonces popular obispo progresista Fernando Lugo logró articular al PLRA, junto a partidos de izquierda y centro derecha, en la Alianza Patriótica para el Cambio.

Ahora se intenta repetir la fórmula exitosa del 2008 para las elecciones de 2023 de un candidato de izquierda y otro liberal (Fernando Lugo y Federico Franco), pero esta vez con una chapa encabezada por un liberal.

Desde el Frente Guasu, según la versión del dirigente Jorge Querey, el compromiso era llegar a las elecciones internas con una chapa principal conformada por la candidatura a presidente del principal líder liberal (Efraín Alegre) y un candidato a vice de la izquierda (aspiraban la médica Esperanza Martínez y el activista social Sixto Pereira).

En el proceso, sin embargo, miembros de la cúpula liberal consideraron que tenían más chances con una candidata a vice más moderada, optando por la ex ministra de vivienda del cartismo, la ingeniera Soledad Núñez, más identificada con el sector independiente de las oenegés y del empresariado emprendedor.

Esta situación ocasionó una fractura en el Frente Guasu. Tras los resultados de las elecciones internas de diciembre, algunos de los principales sectores y referentes, como el Partido Tekojoja, con los senadores Sixto Pereira, Hugo Richer y Jorge Querey, decidieron abandonar la Concertación y sumarse al Movimiento Nueva República de Euclides Acevedo, un veterano dirigente político desde la época de la lucha contra la dictadura, quien fue ministro del Interior del actual gobierno colorado de Mario Abdo Benítez, mientras la senadora Esperanza Martínez, del Partido Participación Ciudadana y el senador Carlos Filizzola, del Partido País Solidario, entre otros, decidieron permanecer en la concertación.

De este modo fue conformada la dupla presidencial de Euclides Acevedo – Jorge Querey como una abierta competencia a la dupla Efraín Alegre – Sole Núñez, lo que para muchos analistas y dirigentes implica una negativa división de los eventuales votos de la oposición contra el Partido Colorado, algo similar a lo que había ocurrido en 1993, cuando el liberal Domingo Laíno y el encuentrista Guillermo Caballero Vargas se presentaron en forma separada y resultaron perdedores contra el colorado Juan Carlos Wasmosy, a pesar de que ambos opositores sumaban juntos más del 53% de los votos.

En esta actual puja, el árbitro que iba a intentar unir las diferencias era el expresidente Fernando Lugo, pero justo el miércoles 10 de agosto sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) en el Senado, obligándolo a mantenerse alejado de toda decisión política, mientras permanecía internado en la Clínica Fleni de Buenos Aires, hasta que pudo retornar al Paraguay el 24 de marzo, reavivando la expectativa de si apoya a Efraín Alegre o a Euclides Acevedo, como candidatos a la presidencia.

Lo que se juega en estas elecciones

Fernando Lugo, con su “estilo obispal” de enfrentar los conflictos, fue siempre considerado como alguien que demora en asumir posiciones que puedan implicar peleas o divisiones entre sus seguidores. Es muy recordada su frase cuando una periodista le pidió que se defina ideológicamente: “mbytetépe, poncho jurúicha” (en el medio, como la boca del poncho). Otros ven su silencio como la estrategia de un articulador que busca unir las diferencias… solo que ya no hay demasiado tiempo.

Mientras Fernando Lugo se mantiene en su enigmático silencio, sus allegados emiten mensajes contradictorios acerca de su eventual apoyo político.

Uno de sus amigos más cercanos, el senador Miguel Kencho Rodríguez primero aseguró que Lugo respaldaba la candidatura de Euclides Acevedo desde sus inicios, pero más recientemente dijo que “no se puede instalar algo que no existe”.

Uno de sus hijos, Ángel Lugo, quien lo visitó en Buenos Aires, dijo en una entrevista con la Agencia Nova de Argentina que su padre le había dicho expresamente que «jamás apoyaría a un traidor cómo Efraín Alegre«, recordando que el dirigente liberal votó a favor de la destitución de Lugo de la presidencia en el controvertido juicio parlamentario de 2012, considerado por los seguidores de Lugo como un golpe de Estado. Sin embargo, en una posterior entrevista con Leo Rubín, en Radio Ñandutí, aseguró: “Yo no me meto en las decisiones políticas de mi papá. No soy su portavoz, cuando él tenga que hacer una declaración, lo hará él personalmente”

El senador Sixto Pereira, del sector que promueve la candidatura de Acevedo y Querey, publicó documentos, asegurando que Lugo ya se había retirado de la Concertación antes de sufrir el ACV.

Del otro lado, el propio Efraín Alegre saludó el regreso al Paraguay de Fernando Lugo, dando a entender que el mismo sigue dentro de la Concertación. Igual manifestación había realizado la candidata a Vice, Soledad Núñez: “Lugo firmó el documento de la Concertación, siempre estuvo, nunca salió”.

El miércoles 29 de marzo, el dirigente Luis Paciello, casado con la hija mayor de Fernando Lugo, comunicó en su cuenta de Twitter: “En mi carácter de presidente del Partido La Patria Primero, el cual postula a @lugo_py como Senador nro 1 por la lista 40, me veo obligado a aclarar que el Presidente Fernando Lugo está y se mantiene en la Concertación, al igual que la mayoría de los Partidos del Frente Guasu Ñemongueta”.

Ante tantas versiones encontradas, a pocas semanas de las elecciones, la pregunta se reitera: ¿A quién apoya realmente Fernando Lugo?

La pregunta no resulta intrascendente. Según un reportaje del diario Última Hora, “Efraín y Euclides pulsean por cerca de 300 mil votos que genera Lugo”. El material detalla: “Lugo sigue siendo un gran elector en la oposición, ya que las estadísticas electorales recuerdan que la tercera fuerza política liderada por el ex sacerdote en 2018 recibió cerca de 300 mil votos”.

Quizás algunas de las respuestas laa podamos hallar en el siguiente pasaje de una entrevista concedida a la revista digital Jacobin.lat.com por el sociólogo Ignacio González Bozzolasco, docente de la Universidad Nacional de Asunción.

“…,desde su conformación, el Frente Guasú se encontró con una encrucijada, en la que la centralidad del liderazgo de Fernando Lugo atentó con la profundización de lo orgánico. Si bien Lugo sostuvo una retórica aperturista, en la práctica se termina consolidando un modelo en el que su poder de decisión sigue siendo fundamental. De ahí viene la debilidad del Frente, en una coyuntura marcada por la delicada situación de salud por la que está pasando Lugo, que lo quitó de la arena política y que plantea serias dudas sobre su posibilidad de volver.

Entonces, sin dudas, el Frente Guasú logró consolidarse como actor dentro de la izquierda. La cuestión central radica en si esa consolidación será suficiente en un escenario en el que ya no va a contar con el liderazgo de Lugo. A esto se debe sumar que hoy nos encontramos en un clima tremendamente adverso, en el que las narrativas de las derechas son preponderantes y en el que incluso las izquierdas caen en discursos antifeministas o que rechazan los reclamos de las diversidades sexuales y de género.

Yo me arriesgaría a decir que vamos a sufrir una merma en la representación progresista, tanto por una caída del Frente Guasú, como por otras listas más pequeñas que se reconocen como socialdemócratas, que tienen uno o dos parlamentarios, y que probablemente sufran de una caída peor que la del Frente Guasú. No es descabellado pensar que, en esta situación, el Frente Guasú puede llegar a perder la mitad de su representación parlamentaria actual.

Por otro lado, también es importante observar el balance de fuerzas dentro del Frente. Observemos, por ejemplo, el Partido Convergencia Popular Socialista o el Partido País Solario, que solo cuentan con un senador. Si pierden esa representación, ¿qué es lo que esos partidos ganan estando dentro del Frente Guasú? Una mala elección del Frente puede permitir que algunos de los partidos y movimientos que lo componen comiencen a cuestionar la utilidad de permanecer dentro de él. Esto es una cuestión muy problemática, y creo que la salida para la izquierda se encuentra en comenzar a pensar qué otro tipo de estrategias son posibles de cara a lo que vendrá luego de las elecciones de este año. Esto es: o bien apostar a consolidar al Frente Guasú como un espacio más unificado, o bien apostar a presentarlo como una plataforma algo más laxa de convergencias de diferentes fuerzas progresistas y de izquierda.”

Es una de las grandes interrogantes que solo podrá responderse con los casi imprevisibles resultados del 30 de abril.