Apicultores logran certificar miel orgánica, logrando calidad, fuentes de trabajo y evitando la contaminación


Preparar la miel de abeja orgánica lleva todo un proceso para llegar a tener la certificación a nivel nacional. En Ñeembucú, un grupo de 15 apicultores se juntaron para realizar este proceso y llegar a certificarse para la exportación.


“Miel de Abeja El Carrizal”, es el nombre que lleva este producto orgánico, que ya tiene marca propia y ya tiene garantía nacional.

Un largo proceso

Gustavo Valdez, apicultor del distrito de Isla Umbu, Departamento de Ñeembucú, ubicado a 12 kilómetros al sur de Pilar, habla sobre esta experiencia.


“Desde el 2000 que estoy trabajando como apicultor y desde el 2004 que estamos trabajando con comités de apicultores, haciendo el proceso de la miel de abeja tradicional. En el 2018, empezamos a trabajar con la producción de miel orgánica, que es diferente a la tradicional”, menciona Gustavo Valdez, miembro de la Asociación de Apicultores del Ñeembucú.


Gustavo Valdez, apicultor del Departamento de Ñeembucú/ FOTO María Alejandra Acosta.


Señala que la miel orgánica tiene mucho protocolo. Tiene su tratabilidad, desde el cuidado de las abejas y su entorno. Todos los detalles son importantes para la elaboración de la miel orgánica de abejas.


“Viene gente de otros países para hacer el seguimiento, para ver como vamos elaborando la miel orgánica”, comenta Gustavo.

“Es como un examen de ingreso, que lleva a hacer de lo posible a lo imposible y eso es lo que logramos ahora”, enfatiza el apicultor.


Elaborar la miel de abeja orgánica requiere además de mucha documentación que se pide para la certificación.

Este trabajo lo realizan en cooperación interinstitucional con la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (DINAPI), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Asociación de Apicultores del Ñeembucú y la Cooperación Alemana GIZ, para mejorar la competitividad de la marca propia que garantiza la calidad.

Panal y productos envasados de miel orgánica. / FOTO María Alejandra Acosta.


¿Por qué es una manera de cuidar el medioambiente?


Para llegar a este punto de certificación hay muchos requisitos que cumplir, la cantidad y calidad, todos los pasos son importantes. Desde la trazabilidad del proyecto para poder llegar.

Gustavo comenta que, por ejemplo. En los 3.000 m a la redonda del colmenar, está prohibido quemar basura, no tiene que haber basura.

Además está prohibido manejar productos químicos cerca de la apicultura orgánica. Esto, a su vez, hace que la comunidad se mantenga libre de contaminantes.

También, refiere, que se tiene en cuenta lo que hay alrededor. Por ejemplo, el agua debe estar limpia. Además controlan si hay bosques, qué hay en los bosques y qué animales hay.

“Estoy muy feliz por este logro que conseguimos, nuestro sueño es que se puedan crear fuentes de trabajo para los pobladores de Ñeembucú, de manera directa o indirecta y que no llegue el producto químico más al sur del departamento, porque si llegan los agroquímicos, va a ser historia la producción orgánica de miel”, manifiesta Gustavo Valdez.

Cera del panal de abeja. / FOTO María Alejandra Acosta.


Certificación nacional


En cuanto al trabajo que lleva este proceso de elaboración de miel orgánica de abejas, Gustavo Valdez, nos comenta que en la documentación debe estar todo especificado.

En ese contexto, las referencias se deben dibujar en el mapa con que cuentan; escuelas, colegios, comisarias, todo lo que está alrededor. Si existen cambios para el siguiente año o no.


“Todos los detalles que están alrededor, deben estar en el mapa. Atendiendo a 3 mil metros a la redonda, se tiene que investigar todo. Se ve en el mapa satelital y lo que se ve allí, deben verificar in situ”, explica Valdez.


Integran este grupo personas de Paso de Patria, General Díaz, Isla Umbu y Cerrito. Son 15 productores, 15 colegas que trabajan en la producción de miel orgánica de abeja.

Gustavo Valdez, junto con su padre Sebastián Valdez y el técinico asesor Eladio Benítez


La fábrica se encuentra en el distrito de General Díaz, ubicado a 50 kilómetros al sur de Pilar, por ruta asfaltada. Allí cuentan con todo el equipamiento para procesar la miel de abeja. En este momento, también ya están practicando con las máquinas para cargar de manera más sistemática en los envases, como el sachet y envases de vidrio.

Explica que durante todo el año practican para que salga todo bien. Cuentan con equipos especiales, cajas especiales de acero inoxidable sin clavos, la vestimenta con la que hacen el trabajo también es especial.

Cada caja, balanza y otros equipos que utilizan están codificados. Se anota absolutamente todo: cuántos kilos de miel salen y cuántos kilos de cera también. Desarrollan un trabajo de campo minucioso.

“Soy la autoridad máxima de la certificación orgánica en el grupo, si mi trabajo sale mal, a nivel departamental sale mal. No es solo mi trabajo, sino que el departamento va a salir mal”, menciona Gustavo.

En este proceso se realizan entrevistas con los coordinadores y productores, tienen que coincidir todos para poder llegar a todos y que todos lleguen al mismo nivel. Todo tiene que estar bien.


La certificación de miel orgánica de abeja es a nivel nacional, por ahora. Para realizar la certificación internacional lleva otro protocolo, cada año debe venir el inspector para verificar el trabajo.

“Es la primera certificación a nivel departamental y demasiado nos hallamos”, concluye el productor.

Este paso es un gran logro para los apicultores, quienes además de protocolizar y certificar sus procesos, ayudarán a cuidar el entorno de la contaminación y darán fuentes de trabajo.