Luminaria, un espacio en donde estudiantes disfrutan leer en un colegio público de CDE

Adolescentes aprenden a leer, escribir y debatir ideas en Luminaria, un espacio donde las clases de literatura rompen los esquemas tradicionales de enseñanza dentro del Colegio Profesor Atanasio Riera del Área 1 de Ciudad del Este. En 7 años de funcionamiento, unos 1.700 estudiantes ya pasaron por la sala literaria, un lugar donde los libros circulan con libertad, creado por una maestra apasionada por la literatura con apoyo de otros profesores y estudiantes.

¿Cómo ganarle al tik tok y lograr que los estudiantes lean en clase? Es uno de los principales desafíos que encaran los y las docentes en la actualidad. Luminaria es una experiencia exitosa de un modelo de enseñanza y aprendizaje de la literatura en un colegio público de Ciudad del Este.

Marina Cantero es docente hace 19 años. Son casi dos décadas enseñando en el Colegio del Área 1, uno de los más grandes de Ciudad del Este. “Decidí ser maestra de literatura y no me arrepiento. Siempre digo que, si voy a volver a estudiar, volvería a ser maestra de literatura, pero con una mejor remuneración, es la única cosa que cambiaría”, expresa.

En el ejercicio de la docencia, es crítica a la precarización laboral de los profesores. “El papel del maestro pareciera ser secundario en estos tiempos y la cuestión salarial es un tema que siempre se debe discutir. Para tener buenos profesionales, el profesional tiene que ser bien remunerado”, comenta.

Superando los obstáculos de la educación pública, Marina logró crear dentro del colegio un espacio donde se disfruten las clases de literatura. “Tengo que destacar que estoy en una institución que aprecia mi ejercicio de la docencia, que no interviene sobre mi libertad pedagógica y en ese sentido, me permite ir experimentando varias posibilidades. Mi experiencia con Luminaria tiene como 7 años, empezamos en el 2016. Siempre insistí, que la cuestión era disponer de los recursos para hablar de literatura”, afirma.

Ella cuestiona el uso de fragmentos y fotocopias para el análisis de textos en clases. “Eso me enojaba muchísimo, desde los primeros tiempos. Yo sabía que un texto fragmentado no era el texto. ¿Y cómo podía corregir eso? También los materiales del Ministerio fragmentan por una cuestión de organización”, señala.

Como alternativa, empezó trayendo sus libros en una caja de cartón, que llevaba a cada una de sus clases. Pero la caja se iba rompiendo y era un gran esfuerzo trasladarla. Finalmente, con un grupo de estudiantes del Bachillerato Técnico en Contabilidad del 2016, decidieron limpiar un viejo depósito del colegio y convertirlo en una sala de lectura. Luego, el colegio fue reformado y les cambiaron a otra sala más amplia. Así nació Luminaria. 

“Lo primero que pensamos en ese momento era juntar la mayor cantidad posible de libros, eliminar los pupitres y conseguir mesas y sillas, para que se pueda dialogar, trabajar en una forma más comunitaria y más próxima. Reciclamos mesas y sillas, pero esto no hice sola. No soy la única responsable de todo esto, siempre conté con la ayuda de otros profesores de literatura, que ayudaron en este proceso”, comenta.

Los chicos y chicas en Luminaria, en un momento de los encuentros de lectura. / Sofía Masi Verón.

Una pedagogía para el pensamiento crítico

Marina Cantero coordina el proyecto, pero participan todos los profesores, incluso de otras asignaturas, donando libros. Luminaria no es una biblioteca tradicional, no existe un registro de libros prestados ni sanciones por falta de devolución.  

“Nuestro objetivo es que el libro vaya de mano en mano, de boca en boca, que circule, que vaya a la casa y vuelva otro libro. Tal es así que, si pierden un libro, les pido que traigan otro a cambio. Aquí no se sanciona”, explica la profesora Marina.

La docente comenta que la metodología pedagógica propone que Luminaria sea un espacio para el pensamiento crítico. “Leemos 40 páginas y hacemos un ejercicio. No es al revés, medio texto y 50 ejercicios. Fortalecemos la lectura, por eso casi siempre trabajo con cuentos, que me permiten tener el texto completo y sobre todo a partir de ahí elaboro los ejercitarios. ¿Cuál es mi último fin? Comprender el texto, desarrollar una comprensión del texto, dialogar sobre el texto, entablar relación con la realidad, discutir y confrontar al texto, siempre”, comenta.

En cada clase, se leen cuentos a viva voz, de principio a fin. Se hace una ronda de lectura donde van cambiando las voces. La docente dice que es la forma más efectiva, caso contrario, los chicos no leen, buscan un resumen, crean textos con inteligencia artificial y traen una respuesta que no refleja su pensamiento real. “Me gusta que sea lectura oral, discusión oral, debate oral y después ejercitamos la escritura, pero primero siempre la lectura oral. De modo que socialicemos a viva voz lo que pasa en el texto”, afirma.

Estudiantes de todos los cursos del colegio pasan por Luminaria en algún momento, un promedio de 250 estudiantes por año. Muchos de ellos, valoran la innovación en las clases de literatura.

“Las clases de literatura tradicionales sólo hacen énfasis a la literatura más hermética. No enseñan el valor mismo de la literatura, te enseñan a escribir entre comillas. Como las matemáticas, enseñan las fórmulas, pero no cómo pueden ser aplicadas a la vida real. Es el problema de la educación, no es la información, que es muy fácil acceder, sino la forma en cómo se puede aplicar, su utilización y su relevancia”, comenta el estudiante, Anderson Sánchez (18).

Marina Cantero enfatiza la importancia del rol de cada docente en la promoción de la lectura comprensiva. “La práctica nace en el aula y ahí tiene mucha influencia el maestro, la maestra, para darle esa inyección para que el estudiante quiera leer, de lo contrario es un ejercicio más que tiene cumplir para tener una calificación”, expresa.

Y la estudiante Kyara González (17) confirma: “Me fascinó la forma en que Marina da sus clases, porque no tuve profes de literatura con tanta pasión como tiene la profe. Al tener ella tanta pasión, nos transmite a nosotros. Dan ganas de leer, a mí no me gustaba leer, a la mayoría, pero después de Luminaria, también empecé a leer”.

Marina Cantero junto a los estudiantes, leyendo y compartiendo en Luminaria. / Sofía Masi Verón.

Lectura vs. tik tok, vencer la batalla es posible

En su experiencia como maestra, Marina Cantero comenta que, en los últimos 5 años, se volvió más difícil captar la atención de los adolescentes en clase, aún más después de la pandemia.

“Hay demasiados elementos que me juegan en contra. Me es muy difícil ganar la batalla al tik tok, a todos los distractores que los adolescentes tienen a mano para no atender la lectura”, cuenta.

Estratégicamente, la profesora incorpora el uso de la tecnología y el internet a favor de la literatura. Luminaria tiene wi fi y eventualmente, usan internet para escuchar audiolibros o música. “De esa manera, creo un puente, una comunicación que me permita trabajar con ellos”, expresa.

Al ser un espacio alternativo al formato tradicional de las aulas, resulta estimulante. “Para mí Luminaria es un lugar diferente al resto de las clases. Yo que estuve en varios colegios, tuve varias experiencias en lo referente a la literatura, puedo decir que Luminaria es diferente, un ambiente diferente a todo el colegio. Podés agarrar libros, leer, cultivar ese hábito de que te guste la lectura. No me gustaba la lectura, pero ahora me gusta al ver los libros tan disponibles, con títulos interesantes”, expresa el estudiante Brhian Iriarte (16).

Marcelo Báez (18) cuenta que leyendo aprendió a superar sus propios límites: “Luminaria es un sitio donde podemos entender por qué la literatura es arte, más que simplemente un mecanismo o lo teórico. Aquí entendemos el valor de la literatura y los mensajes. Como yo, que no sabía nada y al final terminás en una situación que superás tus propios límites. Comprendés no sólo la literatura sino a expresarte como persona”.

Ester López (16) cuenta que para ella la experiencia en Luminaria fue totalmente nueva: “Fue muy especial porque descubrí un gusto que yo no sabía que tenía. Amo la música, el baile, me gusta el arte. En Luminaria, descubrí que leer y escribir es un tipo de arte. Es una forma de expresarse de una forma más íntima, decir lo que está dentro tuyo y contar lo que ves”.

Agrega que, aunque a veces le cuesta escribir, busca superarse: “Cada día aprendo, una nueva palabra es una meta muy grande para mí, porque nunca antes tuve la oportunidad, nunca sentí ese cariño hacia una materia y una maestra. Todos hacen su trabajo, pero Luminaria es la mejor parte de la semana, porque es el momento en que puedo ser yo misma. Puede ser que tengamos errores, pero aquí aprendés y encontrás el camino a dónde querés llegar. Luminaria te guía, si hay algo que mejorar, encontramos en Luminaria esas mejorías”.

Otro estudiante, Jesús Gauto (17) expresa: “No tenía la oportunidad de apreciar un libro y leerlo por lo que es, por sus valores o enseñanzas, sino más por intenciones de la materia, pero no comprender al escritor. Ahora me gusta poder leer los libros, comentarlos, compartirlos. También donar libros y que circulen. Es una oportunidad para las personas imaginativas”.

Finalmente, Anderson Sánchez cierra la conversación sobre Luminaria con una reflexión: “La vida es como un lienzo en blanco, lo vas pintando con tus conocimientos y experiencias. Y la literatura como arte y la mayor invención de la humanidad, considero que es como una flor, como una rosa que no muere por su belleza, sino que su sola existencia es su belleza misma”.

Anderson Sánchez, estudiante y asiduo visitante de Luminaria. / Sofía Masi Verón.