Un gran aro hecho de ysypo o liana, adornado con flores silvestres, marca el centro del escenario teatral improvisado sobre el verde césped, en frente a la humilde vivienda de la familia Escobar Ovelar, en la compañía Paso Hũ de Piribebuy.
En medio del círculo, una actriz vestida de negro se encuentra quieta, con las manos en postura de oración. Ella es la Virgen de los Dolores. A sus pies, entre troncos de arbustos, hay varios cuerpos de hombres con el torso desnudo, tendidos e inmóviles.
Una música ancestral se deja oír desde alguna parte, mientras del patio de la casa avanza el llanto de un grupo de mujeres vestidas de negro.
Es el inicio de la noche del sábado 20 de enero. Las luces del atardecer aún no terminan de irse detrás del horizonte de cerros y vegetación, cuando las primeras sombras empiezan a iluminarse con el fuego resplandeciente de altas antorchas de takuara.
Cerca de medio centenar de vecinos e invitados formamos parte del público, rodeando el espacio junto al camino vecinal.
“Para hacer teatro comunitario no hace falta una sala lujosa ni mucha infraestructura escénica, sino creatividad y sentimientos, conectar con la cultura y la sensibilidad de nuestra gente, aprovechar como escenario los que nos ofrece el entorno”, le gustaba enseñar a Enrique Escobar Ovelar en sus múltiples clases prácticas y ahora sus compañeros y compañeras del grupo Jakaira Expresión Alternativa, —espacio cultural que él ayudó a fundar y a hacer crecer—, lo demuestran con un arte vivencial, en memoria de quien ya no está… pero sigue estando.
Luego de un impresionante acto teatral sobre la vida y la muerte, en el mismo hogar campesino en el que nació Enrique, con elementos de la religiosidad popular del Paraguay, con fragmentos de textos del Ayvu rapyta de León Cadogan y Memoria del Fuego de Eduardo Galeano, los chicos y chicas de Jakaira invitan a caminar campo adentro, noche adentro, hacia una quinta rural a orillas de un arroyo, donde se ha instalado el campamento de los teatreros, el espacio donde han venido sosteniendo talleres de reflexión y capacitación, con el acompañamiento de la laureada actriz paraguaya Ana Ivannova y de la veterana dramaturga argentina Hemilce Isnardo.
Los caminos hacia el corazón del arte
“¡Tapére akoiete! ¡En el camino vamos!”, gritan surrealistas personajes que saltan desde los árboles o los promontorios del terreno, al paso de la variopinta marcha. Es uno de los lemas centrales que los miembros de Jakaira han elegido para recordar a su maestro Enrique Escobar.
Tapére akoiete, cuya traducción del guaraní podría ser “siempre en el camino”, era el apodo que Enrique adoptó para designar una de sus varias páginas de Facebook, una especie de diario de sus constantes viajes por el Paraguay profundo, en donde compartía ilustrativas fotos del mundo campesino y de sus tradiciones más significativas, con postales de los pueblos y ciudades, junto a reflexiones siempre aleccionadoras acerca de la expresiones de cultura popular y las valiosas experiencias que animaba a su paso.
Un día le preguntamos el porqué de ese nombre y nos dijo que un sabio anciano mby’a guaraní lo había bautizado de esa manera, por verlo siempre recorriendo incansablemente los caminos hacia el corazón del arte. Sus compañeros empezaron también a llamarlo “errante”, por su constante vagabundeo, buscando impulsar y animar las manifestaciones culturales en todo el país.
El otro nombre con el que se identificaba mucho era el del maino’i, el colibrí, el ave sagrada de los guaraníes, volando siempre en busca de flores, de colores, de vida, transmitiendo buenas noticias y mensajes de esperanza. Por eso, la jornada que Jakairá organizó en Piribebuy se llama “Maino’i rape errante” (el camino errante del colibrí).
“Yva’ra apyre katu jeguaka poty ychapy recha. Yva’ara jeguaka poty Mbyte rupi guyra yma, Maino’i, oveve oiko’vy”.
(“De la divina coronilla excelsa, las flores del adorno de plumas eran gotas de rocío. Por entre el medio de las flores del divino adorno de plumas, el pájaro primigenio, el colibrí, volaba revoloteando”)
Los versos del Ayvu rapytá, leídos por uno de los fantasmagóricos personajes emergidos desde las sombras, transmiten el aliento ancestral que tanto le gustaba evocar a Enrique.
En la quinta rural de Paso Hũ, cada rincón, cada precaria construcción, es aprovechada con un juego de luces y sombras, como un decorado alucinante, donde emergen míticas figuras que parecen surgidas de las novelas de Augusto Roa Bastos, de los poemas de Elvio Romero, de los cuentos de Josefina Plá.
En realidad, son retazos de algunas de las obras teatrales más recordadas de Enrique Escobar (Ka’ysapu, Tras la sombra de la máscara, Mustias y otras obras).
Una gran fogata ilumina el centro del campo.
Alrededor suenan los rítmicos tambores del Ballet Kamba Cua, de Lázaro Medina, mientras las bailarinas y los bailarines afro-paraguayos danzan e invitan a danzar alrededor del fuego, como fue talvez en el principio de los tiempos.
Tristeza y alegría… vida y muerte… lágrimas y risas… luces y sombras… se combinan en el teatro y en la vida, en memoria de Enrique.
Hemos llegado hasta aquí muchos de sus amigos y amigas: El ex ministro de cultura, Rubén Capdevila; el directivo de la Secretaría Nacional de Cultura, Humberto López La Bella; la directora ejecutiva del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes, Maricarmen Couchonal; los consejeros del FONDEC, Mariví Vargas Cueto y Roscer Díaz; los intendentes municipales de Atyrá, Juan Ramón Martínez y de Acahay, Aldo Lezcano; directivos y artistas de varios grupos de teatro y de cultura viva comunitaria.
También estamos presentes los directivos de Ñe’ẽ Raity Espacio Creativo y El Otro País, de los cuales el Maino’i formó parte.
En acto simbólico, los miembros de Jakaira nos convocan al centro de la escena y nos entregan una vela encendida, a modo de compromiso para mantener vivo el legado de Enrique Escobar.
Después todos danzamos, a la luz de la gran fogata y al compás de los tambores frenéticos de Kamba Cua.
El teatro ambiental
“Errante es una iniciativa de Jakaira Expresión Alternativa que se desarrolla en sesiones temáticas de Theater environment (teatro ambiental), en lugares de relevancia eco-simbólica y de biodiversidad, con técnicas de didáctica social del arte, que permite explorar, descubrir, indagar sobre las posibilidades expresivas, desde la toma de conciencia corporal del aquí, del ahora, conmigo, con lxs otrxs, con el mundo», explican los organizadores del encuentro.
“Un Errante es un viaje, un sueño compartido que nos lleva a crear, aprender y vivir en sintonía con la naturaleza y la cultura. Piribebuy, un lugar sagrado y simbólico para Jakaira, donde podemos sentir la fuerza y la sabiduría de nuestros antepasados. Aquí celebramos la vida de Enrique, nuestro colibrí del arte, que voló hacia otro cielo. Él fue un maestro, un compañero y un amigo, que nos mostró el sendero del arte y la expresión alternativa. Por eso nos unimos todas las generaciones del Grupo Jakaira para honrar su memoria con obras de su autoría, recordando los pasos que dejó en el teatro”, agregan.
Perfil de un Maino’i errante
Enrique Alberto Escobar Ovelar nació el 27 de junio de 1982, en el seno de una humilde y trabajadora familia campesina, en la compañía Paso Hũ, Piribebuy.
Desde muy joven mostró un gran interés por las distintas manifestaciones del arte y la cultura, especialmente del teatro popular y comunitario. En su adolescencia se formó como actor y director de teatro, bailarín folklórico y profesor de educación artística.
A los 18 años de edad ejerció como director de Arte y Asuntos Culturales de la Municipalidad de Piribebuy, su ciudad natal, en donde, junto a un grupo de jóvenes y autoridades locales, fundó el Festival Internacional del Poncho Para’i de 60 Listas, el grupo de danzas Piribebuy Jeroky, el Centro Cultural Demetrio Ortíz, y el grupo teatral Jakaira Expresión Alternativa, entre otros proyectos.
Integró el Festival Nacional de Teatro Juvenil y formó parte del grupo fundador de la Plataforma Nacional de Teatro del Interior. Estudió varias carreras universitarias relacionadas al arte, la educación y la gestión cultural. Trabajó en organizaciones e instituciones nacionales e internacionales, como el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), la UNESCO, OXFAM. Asesoró proyectos culturales y de autogestión comunitaria en municipios como Piribebuy, Atyrá, Itauguá, Acahay, Ybycuí.
En mayo de 2022 fue designado director ejecutivo del FONDEC, desde donde siguió desarrollando una intensa tarea de promoción de las artes y la cultura, buscando principalmente descentralizar la financiación de los proyectos, abogando porque las iniciativas que surgen en el interior del país, a menudo invisibilizadas o marginadas ante iniciativas capitalinas, puedan tener más relevancia.
Su estilo de gestión y su carácter de honesta confrontación al defender sus puntos de vista, le granjeó enemigos, principalmente en su propio gremio de actuación teatral en la capital. Varios referentes del sector actoral lo atacaron sin piedad en las redes sociales y los medios de comunicación.
Le cuestionaron haber ganado una cátedra de docencia en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD-IMA), con un supuesto caso de tráfico de influencias, una acusación que no se pudo probar y que fue desmentido por sus directivos. Posteriormente, lo acusaron de que uno de sus muchos títulos académicos resultaría falso. Ante esta situación, en agosto de 2023, Enrique renunció a la cátedra en el EMAD y pidió permiso de su cargo como director ejecutivo del FONDEC, pidiendo que se le inicie una investigación institucional.
Los ataques y los mensajes de odio en contra suya no pararon, lo cual lo llevó a aislarse, visiblemente afectado en su salud física y mental. Esta situación lo volvió vulnerable a una dolencia respiratoria, tuvo que ser internado con una infección pulmonar, que finalmente provocó su fallecimiento el 5 de octubre de 2023. Ni siquiera su muerte hizo que cesaran los ataques de odio.
Contrariamente, toda una comunidad de grupos y organizaciones de cultura viva, principalmente en el interior del país, alzó la voz para reivindicar el gran aporte de Enrique. Desde El Otro País señalamos críticamente las circunstancias que llevaron a su prematuro deceso.
El hecho de que el Poncho Para’i de 60 Listas de la ciudad de Piribebuy fuese incluido en diciembre de 2023 en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial que demanda medidas urgentes de salvaguarda, por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se debe en gran medida a la cruzada que Enrique promovió desde el inicio, junto a toda una comunidad.
¿Cómo olvidar tanta vitalidad, tanta generosidad, tanta entrega apasionada en favor de la cultura de un país?
“Solamente tú, Karai Ru Ete, las hileras de llamas inasequibles las harás vigilar por intermedios de tus hijos, los karai valerosos, por consiguiente, haz que ellos se llamen los señores dueños de las llamas», es otro trecho leído del Ayvu Rapyta en la noche mágica de Paso Hũ, Piribebuy.
Karai Ru Ete.
Karai valeroso.
¡Larga vida a Enrique Maino’i Escobar!
¡Tapére akoiete!
¡En el camino vamos!