En Paraguay, donde lo nuevo se mira con recelo, un grupo de jóvenes altoparanaenses se atrevió a probar otras formas de enseñar matemáticas, una materia que suele generar temor o tedio en la infancia y adolescencia, a través de «Piensa».
Este país, donde la Olimpiada Nacional de Programación dejó de realizarse por falta de participantes, los impulsores de «Piensa» lograron articular esfuerzos y reactivarla. En este país, donde el financiamiento de proyectos científicos corre peligro, hay jóvenes fronterizos promoviendo innovación.
Desafíos que marcan historia
Osmar Quiñónez, director fundador de «Piensa», comentó que su propia experiencia de vida, la de un estudiante que participó y ganó en las Olimpiadas Nacionales de Matemáticas, le motivó a impulsar este emprendimiento educativo.
“Ese encuentro con el desafío marcó mi vida y el desarrollo intelectual juvenil. Me encontré joven con OMAPA, que fue el espacio donde encontré desafío y el componente comunidad. Entonces busqué unir esas dos cosas y crear una propuesta educativa diferente. Una propuesta educativa que desafíe y que se conecte con la comunidad”, relató.
Un espacio donde está bien equivocarse
Pero, ¿Qué implica crear comunidad desde la educación? Osmar Quiñónez respondió que se debe contemplar varias aristas como: la capacidad de colaboración, la resiliencia e hizo especial énfasis a la posibilidad del error.
“Que podamos equivocarnos, porque hacer algo nuevo implica equivocarnos muchísimas veces. La sociedad paraguaya a veces no está preparada, la sociedad paraguaya en general es con lo nuevo muy exigente, quizá por las características mismas, las secuelas que nos dejaron en nuestra historia, hacen que nosotros seamos reacios a los cambios y cuando existen cambios, esperamos que sean perfectos”, opinó.
Jóvenes sobresalientes de Alto Paraná formaron parte del grupo impulsor de «Piensa». Osmar Quiñónez recordó a Jorge Galeano, un esteño que actualmente cursa un doctorado en Ingeniería Mecánica en la Universidad de Florida, a Jorge Martínez, a Sofía Pozzo, entre otros exalumnos de la Universidad Católica, sede Alto Paraná y de la Universidad Federal de Integración Latinoamericana con sede en Foz de Iguazú, Brasil. El más nuevo del equipo es Guido Quiñónez, hermano de Osmar, quien desarrolló el departamento de robótica.
Aprendizaje en comunidad
Empezaron haciendo talleres de matemáticas, luego incorporaron programación y finalmente robótica. Todas las clases estaban orientadas al público infantojuvenil. La sostenibilidad económica del proyecto se inició haciendo cursillo para universitarios, a quienes les cobraban por las clases y así, financiaron su primer programa regional llamado “Vamos a entrenar Alto Paraná”. Se hizo en 2017 y participaron más de 60 chicos interesados en competir en las Olimpiadas Nacionales de Matemáticas.
“Venían de Santa Rita o San Alberto a las clases que eran los sábados en el Centro Regional de Educación. Hacíamos talleres grandes de cuatro horas cada uno. Fueron los primeros espacios colaborativos que generamos, ya con una visión hacia la educación matemática diferente, juntando comunidad, proponiendo desafíos. Los talleres fueron gratuitos. Los cursillos para universitarios eran cobrados y ese dinero usábamos para los talleres de matemáticas, ese fue el modelo inicial”, comentó Quiñónez.
Luego, recibieron la propuesta de llevar los talleres de matemáticas a los colegios privados. En ese momento, a un año de iniciar con «Piensa», dejaron de hacer los cursillos y se dedicaron exclusivamente a los talleres. En aquel 2018, se sumó Guido Quiñónez, creó el departamento de robótica y se inscribió el primer grupo de chicos interesados en una colonia de vacaciones.
Un año después, en 2019, desarrollaron talleres que integraban matemáticas y robótica a estudiantes de colegios privados. Ese año, «Piensa» logró reactivar las Olimpiadas de Programación “Aguarandu”, que llevaban tres años sin realizarse por falta de participantes.
“Hicimos un movimiento de decirle a OMAPA para reactivar las olimpiadas. En ese momento, Itapúa y Encarnación también querían, y entonces nos reunimos y articulamos en febrero de 2018. Ahí se decidió reactivar. Hicimos el primer taller gratuito en la Facultad Politécnica de la UNE, para chicos para fomentar la participación de altoparanaenses en la Olimpiada de Programación”, comentó Osmar Quiñónez.
Y agregó: “Lo que buscamos desde «Piensa» es apalancar otros esfuerzos, siempre buscamos esa visión de comunidad. Conectamos iniciativas y fortalezas, entendemos que la visión de ecosistema es también fortalecer iniciativas o plataformas que funcionan. Queremos que haya mucha diversidad, porque eso beneficia a los chicos”.
La robótica y el error si prejuicios
Actualmente, Piensa también desarrolla un proyecto social de robótica llamado Pequeños Inventores, un espacio de entrenamiento y mentoría gratuito. “Hoy se benefician 43 chicos y chicas de 9 a 16 años de edad, de colegios públicos y privados”, indicó Quiñónez.
Esta propuesta pedagógica habilita la posibilidad del error sin juicios. “Los chicos aprenden a resolver problemas, desarrollan la habilidad de pensar críticamente, de cuestionarse, de preguntarse, de reflexionar, de debatir, de dialogar. Y por último, y no menos importante, algo súper comprobado por la ciencia, que es desarrollar una mentalidad de crecimiento. Esa mentalidad la desarrollamos generando espacios donde esté bien equivocarse, porque eso es algo súper difícil”, explicó el fundador de Piensa.
Agregó que los mensajes positivos estimulan el desarrollo cognitivo, por lo que enfatizan a los niños y niñas que está bien equivocarse. Explicó que el error genera sinapsis cerebral, un proceso de intercambio de información entre neuronas. En este punto, subrayó que varios estudios de Stanford demuestran, a través de resonancias magnéticas del cerebro, mientras las personas actúan y se equivocan, se ve cómo el cerebro responde a esos errores.
«Y vemos algo que antes nos decían a nosotros y que nos parecía romántico eso de: «tenés que equivocarte para aprender». Hoy está muy comprobado por la ciencia de que es así, y la neurociencia ayuda a la educación en ese sentido, de ofrecer evidencia científica más dura sobre lo que pasa en el cerebro ante procesos”, indicó.
Desafío + comunidad = crecimiento
En «Piensa», aplican una fórmula: desafío más comunidad es igual a crecimiento. La fórmula se aplica con los chicos y chicas. Además se comparte con padres, madres y responsables.
“El desafío ya está puesto, es la competencia. Plataformas como Firt Lego League, presentan un desafío acorde a la edad de ellos en todo el mundo. Crear comunidad es lo más difícil, porque implica articular sobre una visión compartida que generalmente no existe, entre instituciones y personas, eso es complejo y sostener esa colaboración lleva meses”, señaló Osmar Quiñónez.
Expresó que en este proceso notó la falta de un núcleo de colaboración y una política pública de innovación educativa. “Hay iniciativas de innovación educativa pero siempre percibí que trabajan de forma aislada, la respuesta de Pequeños Inventores es cómo articulamos entre actores que ya están haciendo innovación, colaborar entre nosotros y empezar a salir de nuestras islas”, indicó.
Y agregó: “En esa ecuación desafío más comunidad es igual a crecimiento, el crecimiento no depende de los premios, el crecimiento ya está. Instalar eso en la comunidad es un tema. A nosotros nos gusta porque estamos generando esa contracultura”.
En los entrenamientos, aplican un concepto llamado “Coopertición”. Osmar Quiñónez lo explica de la siguiente manera: “Es un concepto que nace de la propia First Lego League.
Acotó buscan instalar que se puede cooperar mientras uno está compitiendo y que no necesariamente todo tiene que ser una competencia. «Buscamos ganar, obtener premios pero no es lo más importante. Lo más importante es el desarrollo”, puntualizó.
Cinco equipos, de chicos y chicas entrenados en el Programa Pequeños Inventores de Piensa, participaron de la Competencia Nacional de Robótica que se realizó el 9 de febrero último en el Centro de Eventos del Paseo La Galería. Trajeron cuatro de los seis premios, destacándose entre 57 equipos de niños, niñas y adolescentes de todo el país.
“La comunidad generó el abono para que ese equipo llegue ahí. El primer premio de colegio público de Paraguay es de Ciudad del Este, son campeones nacionales en el diseño de robot. Para nosotros es un hito y un orgullo enorme ver el crecimiento de los chicos”, expresó Osmar Quiñónez.
Así, la experiencia de aprendizaje en el centro educativo Piensa, se convierte en una experiencia para toda la vida.
La sostenibilidad de «Piensa» y de la ciencia en Paraguay
Este emprendimiento social empezó a sostenerse económicamente con creatividad. Primero con cursillos para universitarios, luego con talleres de matemáticas y robótica para estudiantes, pagados por colegios privados.
La primera edición del programa Pequeños Inventores recibió apoyo de Itaipú Binacional y otras empresas. La segunda edición recibió recursos del Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), vinculado al FONACIDE, en una convocatoria realizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
“Sostener nuestros proyectos sociales es un desafío para «Piensa» (…) Tocar puertas es un proceso que requiere mucha inversión y no tenemos esa disponibilidad de tiempo, por todo el trabajo operativo que tenemos que hacer (…). Para nosotros este apoyo de Conacyt alivió muchísimo nuestra carga, porque dejamos de concentrarnos en buscar financiación”, comentó Quiñónez.
Consultado sobre el proyecto de Ley “Hambre Cero” que impulsa el Poder Ejecutivo y que plantea destinar los recursos del FONACIDE -que actualmente financian ciencia, tecnología e innovación- a la universalización de la alimentación escolar, Osmar Quiñónez expresó una profunda preocupación.
“Desde «Piensa» vemos como preocupante la iniciativa del gobierno. Por sobre todo, cortar procesos. Si bien para una causa que nos parece sumamente justa, todos los chicos tienen derecho a alimentarse bien, pero uno no puede adjudicar desde el punto de vista lógico, la alimentación escolar que es un derecho a un fondo que el gobierno mismo dice que se va a terminar, que tiene incertidumbre”, afirmó.
Calificó de incoherente el planteamiento. “Uno no puede asociar algo tan importante como la alimentación a un fondo con incertidumbre. Por otro lado, a nosotros nos preocupa que como sabemos, la complejidad de desarrollar comunidad, de impulsar procesos toma su tiempo.
Fonacide es una de las políticas públicas que para nosotros mejor funcionaron por varias aristas, una de esas es la generación de procesos internos de la propia comunidad. Tenemos el caso de ReAcción que se especializó en el control de los fondos del FONACIDE, donde se genera capacidad ciudadana de poder colaborar y controlar fondos. Es algo que nos parece súper positivo”, señaló.
Lamentó que de aprobarse la propuesta del Gobierno, se vean truncados varios procesos necesarios para sostener la democracia y disminuir la corrupción. Mencionó el análisis realizado por el activista anticorrupción David Riveros, quien señaló que “la corrupción no se soluciona centralizando los recursos ni descentralizando sino con transparencia de la información y participación ciudadana”.
Osmar Quiñónez finalizó su postura diciendo que “la centralización como una solución a la corrupción es una falacia” y que “aunque la intención es loable, el enfoque es un error”.
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