Con motivo de un encuentro por el «Día de la Mujer paraguaya», celebrado en el Consulado paraguayo de Málaga, conversamos con la gente que llegó para escuchar cuentos, música y compartir con otras compatriotas un momento agradable. Entre chipa, cocido y bocaditos, nos enteramos de las historias de vida de algunas compatriotas, como Selva y Emilce, dos artistas que viven de lo que les gusta.
Selva López apareció en la gala vestida con su traje de danza típica: typói jegua con encajes de ñanduti y falda amplia. Dice que lleva la música paraguaya en el alma. Su nombre artístico es Selvatik Guaraní y llegó a la ciudad costera pensando en quedarse solo un año.
«Terminé mi curso de prótesis dental en Paraguay y tenía una prima que estaba aquí trabajando. Ella me insistió en venir y como mi inspiración siempre fue buscar otro país, recorrer y todo eso, me vine», relata Selva.
Emilce Maidana es cantante y guitarrista. Junto a su marido, Luis Martínez, conforman el grupo musical «Añoranzas del Paraguay». Llegaron a España en el año 1999 porque querían vivir dignamente de su trabajo artístico y Málaga era una invitación para cumplir ese anhelo.
«Luis, mi hija de un añito y yo, vinimos contratados por mi hermana que tenía un pub en Benalmádena, cerca de Málaga. Vinimos a formar con ella un trío, porque que mi hermana también es cantante y en aquel momento necesitaba músicos que integren con ella un grupo para tocar en su pub», recuerda Emilce que, así empezaba una nueva vida, en un nuevo país y en el que ya llevan casi veinticinco años.
La adaptación y los cambios
Selva López nunca pensó que, de vivir bajo el techo de su mamá, iba a quedarse y construir una vida lejos de ese hogar, en la Costa del Sol. «Mi mamá siempre fue la mamá que quería tener a sus hijos ahí cerca, debajo de ella si es posible, como la mamá Gallina», recuerda.
Pero se le dio la oportunidad de viajar, conocer otros países, que era su sueño y no se lo pensó mucho. Dejó el país con veinte años y ya son veinte los años que lleva viviendo aquí. De la experiencia de estos años vividos en Málaga, dice estar muy contenta y reconoce la suerte de encontrarse con gente que la trata bien.
«La gente ha sido bastante amable conmigo. Yo en ningún momento me sentí excluida, conseguí un trabajo que estaba muy bien y la verdad que mi experiencia ha sido buena», reconoce.
Emilce recuerda los primeros años en Benalmádena: «Allí estuvimos casi dos años, luego trabajamos con un manager en hoteles y restaurantes por toda la Costa del Sol». En sus redes sociales se pueden ver fotos de ella con Luis, su marido, ataviados con sus camisas de ao po’i, poncho, con el arpa y la guitarra al hombro, compartiendo su arte. Sin embargo, admite que no pueden vivir solo de la música paraguaya, por lo que también conforman un grupo de mariachis, con el que cantan en fiestas privadas, restaurantes y hoteles. «Es a lo que más nos dedicamos en la actualidad», confiesa.
A Selva le encantaría poder vivir de la danza paraguaya, pero no hay mercado suficiente para ello. Realiza varias labores en la ciudad en la que se siente cómoda. «En estos momentos estoy trabajando de monitora deportiva y también en un gimnasio, dando clases, hago actividades colectivas y también como entrenadora personal», enumera Selva. También hace animaciones infantiles, por lo que sigue activando en oficios donde el arte, la música, siguen siendo parte de su día a día.
La eterna idea de volver
Después de juntar algo de dinero, Emilce Maidana volvió con toda su familia al Paraguay. «Regresamos en el año 2012, supuestamente para quedarnos ya definitivamente. Pero lastimosamente a los pocos meses nos dimos cuenta de que no podía ser», recuerda con cierta nostalgia. Emilce comenta que se dieron cuenta de que no podían vivir de la música, que después de tantos años ya nadie se acordaba de ellos. Sin embargo, antes de volver a España, hicieron un intento más.
«Abrimos un barcito, a ver si podíamos vivir de eso, pero tampoco funcionó», lamenta resignad Maidana. Dice que se les hizo muy cuesta arriba poder vivir en Paraguay, por la inseguridad y algo fundamental: la falta de una sanidad pública gratuita. Esos factores determinaron su regreso a Málaga y vivir como músicos de profesión.
Para Selva López, volver al Paraguay cada vez se le hace más difícil. «Me encantaría volver, lo que pasa es que ya tengo a mi niño aquí y entonces necesito el permiso para poder volver a mi tierra, aunque te digo que sí, ese es mi sueño», reconoce y también dice que no le frustra la idea de seguir viviendo en Málaga, porque cree que esté donde esté puede colaborar con sus compatriotas.
«Quiero apoyar a muchas mujeres aquí en España mismo, seguir ayudando a los niños desde mi trabajo, seguir con la danza y también colaborar con las mujeres emprendedoras», expresa Selva y termina diciendo que hay muchas mujeres valiosas y con las que le gustaría hacer talleres creativos.
Por su parte, Emilce Maidana tiene la idea de seguir con la música hasta jubilarse y después quizá pensar en volver. Mientras tanto, cada vez que pueden van de vacaciones. «Siempre vamos a nuestro querido Paraguay a visitar a los parientes y llevamos en el corazón nuestra bandera, nuestras costumbres y nuestras culturas a través de la música», culmina.
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