Cómo un programa ayudó a mujeres de Cateura a culminar sus estudios y encontrar empleo

El embarazo precoz impacta profundamente la vida de niñas y adolescentes en Paraguay. Muchas de ellas dejaron sus estudios y, por ende, no pudieron acceder a trabajos dignos. No obstante, más de 1100 jóvenes encontraron una esperanza en la Fundación Naho, que las impulsa a construir un futuro mejor mediante capacitaciones y diversos tipos de emprendimientos, como servicios de decoración de eventos, venta de zapatillas bordadas y termos forrados.

Las niñas y adolescentes están en una etapa de crecimiento, de desarrollarse como personas, de jugar… Están en la fase de descubrir el mundo bajo la protección que le debe dar su familia y el Estado. El único programa del que deberían participar es para educarse y proyectarse en la vida.

Sin embargo, en Paraguay esta realidad, lamentablemente no se aplica a todas las niñas y adolescentes. Muchas mujeres viven en una situación de vulnerabilidad extrema, propensas a ser víctima de abuso, de abandono y sin oportunidades de un futuro mejor.

El embarazo adolescente es una realidad alarmante en varios países del mundo y Paraguay no es la excepción. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las madres adolescentes enfrentan tasas más altas de abandono escolar, menor participación, posibilidad de obtener trabajo y mayores riesgos de salud, tanto para ellas como para sus hijos o hijas. Estos factores perpetúan un ciclo de vulnerabilidad difícil de romper.

Una Fundación que ayuda a niñas, adolescentes y mujeres adultas

En medio de ese contexto tan nefasto, en una zona en la cual se dan muchas situaciones de vulnerabilidad, Cateura, nace la Fundación NAHO, en 2017. Esto se da de la mano de personas que, a través del apadrinamiento de niños en un hogar, se dieron cuenta de la necesidad urgente de apoyar a las madres adolescentes.

Rebeca Mendoza, la directora de la Fundación Naho, relata que con su familia apadrinaron económicamente a un hogar donde se encontraban niños abandonados.

Cuando la cantidad de niños aumentó, decidieron investigar por qué se daba esta situación. En ese contexto, pudieron detectar que las madres de esos niños eran adolescentes y que no sólo tenían un hijo, sino dos o tres.

«En su mayoría (esas mujeres) abandonaron el colegio y se dedicaban a trabajos precarios. No ganaban lo suficiente como para mantener a sus hijos y tampoco contaban con ningún tipo de educación. Algunas de las madres fueron niñas abandonas en hogares por la misma situación», refiere.

Directora de la Fundación Naho, Rebeca Mendoza. / FOTO Gentileza.

Con el interés de mitigar dicha situación, nace la Fundación Naho, una entidad sin fines de lucro, cuyo objetivo principal es empoderar a las madres adolescentes en situación de vulnerabilidad. Esto se da a través de un espacio de formación enfocado en desarrollo personal, liderazgo, apoyo escolar y emprendedurismo.

De esta manera, la Fundación busca romper los ciclos de pobreza, además de reducir la brecha que les impide acceder a oportunidades de empleo y generación de ingresos.

Experiencias puntuales

Wendy es una de las mujeres que logró culminar sus estudios gracias al programa de la Fundación Naho y, además, consiguió una oportunidad laboral en un local gastronómico, donde trabaja hasta ahora. Ella tuvo su primer hijo a los 14 años y luego de su segundo embarazo, dejó sus estudios.

Hoy puede seguir adelante con esta oportunidad que le brindó la Fundación. No obstante, además de buscar que las participantes del programa logren ser contratadas por reconocidas empresas, la Fundación Naho impulsa distintos tipos de emprendimientos para que puedan empoderarse económicamente. Entre ellos, podemos citar a «Zapatunga», realizado por un grupo de niñas y adolescentes del Hogar Chiquitunga, que se encarga de vender zapatillas bordadas con crochet.

También cuenta con iniciativas como la línea de termos forrados “Dulce Mate”, proyecto impulsado por el Hogar Rosa María y la Fundación Naho. Otro emprendimiento desarrollado por un grupo de madres adolescentes de la zona de Cateura, es Madic. A través del mismo, ellas se dedican a decorar fiestas infantiles en la zona.

Mujeres que integran el programa de la Fundación Naho.

El impacto del programa en números

Hasta la fecha de este reportaje, la Fundación Naho logró resultados cuantificables. En total, más de 1.160 mujeres participaron en programas de educación sexual y plan de vida, 316 recibieron capacitación en diversos programas, 49 culminaron sus estudios escolares, y 12 encontraron empleo a través del programa de pasantías.

Cuantificar esto es posible debido a que la Fundación hace un seguimiento de inicio a fin. Por ejemplo, al inicio del programa, se aplican herramientas de recolección de datos para la Línea de Base, consistentes en un cuestionario integral, una prueba psicodiagnóstica y un test diagnostico escolar.

Asimismo, las beneficiarias firman un Acta de compromiso, a través del cual se comprometen a asistir a todas las etapas para lograr un mayor nivel de arraigo con el programa. Una vez finalizado el mismo, se aplican herramientas de Línea Final diseñadas para el efecto (un test psicodiagnóstico), para analizar el impacto logrado.

Rebeca Mendoza explica que se evalúa el programa para determinar su impacto y efectividad. Esto puede incluir la realización de encuestas a las participantes, análisis de indicadores clave de rendimiento, como la cantidad de alumnas que retoman sus estudios. También se incluye la recopilación de testimonios. «Esta retroalimentación recopilada se utiliza para mejorar el programa y hacer ajustes para futuras implementaciones», detalla.

Madres de diferentes edades van a las capacitaciones con sus hijos e hijas. / FOTO Gentileza.

Desafíos y limitaciones

Los desafíos no han sido menores, Noha lucha constantemente por recaudar fondos para continuar con sus programas. «Somos una Fundación pequeña ubicada en Cateura, trabajando con un público objetivo muy vulnerable que necesita mucho,» comenta su directora. Además, existen barreras culturales y económicas en la zona, que complican la expansión y sostenibilidad de los programas.

En ese contexto, Rebeca considera que replicar un modelo de capacitación en otras comunidades o regiones, puede ser desafiante. No obstante, cree también que puede resultar altamente beneficioso para ampliar el impacto de los programas.

«Antes de replicar el modelo de capacitación en una nueva comunidad o región, es importante realizar un análisis del contexto local para comprender las necesidades específicas, los desafíos y las oportunidades», agrega.

Explica que el modelo existente deberá adaptarse para abordar las particularidades del nuevo entorno, considerando factores culturales, sociales, económicos y políticos. Esto, además, requiere adaptación, colaboración, capacitación local, pruebas piloto, monitoreo y evaluación continuas, así como una comunicación efectiva.

«Al seguir estos pasos, se puede maximizar el impacto positivo del modelo de capacitación en diferentes contextos», concluye.

Un faro de esperanza en medio del largo camino hacia prevención del abuso y la promoción de oportunidades para niñas y adolescentes

«En el 2020, 10 niñas de entre 10 y 14 años dieron a luz cada semana (494 nacimientos en total). Los estudios realizados en Paraguay sobre el embarazo de niñas ponen de manifiesto la inadecuación del marco normativo e institucional vigente con respecto a las necesidades específicas de este grupo social, lo cual contribuye decididamente a la persistencia de violaciones de derechos humanos (Dobrée, Escobar, Soto y Soto, 2018) ( figura 77)», refiere el estudio denominado «Las desigualdades en la niñez y adolescencia de Paraguay:un monitoreo para no dejar a nadie atrás» del CDIA.

Fuente: Las desigualdades en la niñez y adolescencia de Paraguay:un monitoreo para no dejar a nadie atrás» del CDIA.

Son todavía varias las leyes y los programas que se deben articular desde el Estado para lograr una protección integral a nivel país, sin que nadie quede atrás, según el resumen de la Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia (CDIA). Mientras tanto, hay una luz de esperanza ante dicha desidia con organizaciones como la Fundación Naho, que ponen su grano de arena para que niñas y mujeres tengan oportunidad de estudiar y trabajar.

Leé también: Testimonios que evidencian cómo la educación sexual ayuda a salvar vidas