El Opy se erige como el eje central que une a la comunidad mbya guaraní de Hugua Po’i, un espacio ceremonial vital en su estructura social y cultural.
Esta choza, que sirve como lugar de encuentro espiritual y social, no solo es esencial para la vida comunitaria, sino que también promueve la organización de núcleos familiares y fortalece los lazos físicos y simbólicos entre sus miembros.
En este sagrado recinto, donde se llevan a cabo rituales y prácticas de sanación, se resguarda la conexión con Ñanderu, en un ejercicio físico y espiritual, en contacto también con otras deidades.
Su acceso durante los rituales está restringido a los no indígenas, lo que subraya la importancia del respeto hacia este templo sagrado.
Otra vez, el riesgo del desalojo
El autor de este artículo visitó por primera vez la comunidad de Hugua Po’i, ubicada en Raúl Arsenio Oviedo, departamento de Caaguazú, en julio de 2023, durante un desalojo forzoso llevado a cabo por fuerzas policiales y militares de Paraguay.
Este acontecimiento trágico culminó, dos semanas después, con la muerte del recién nacido Néstor Villalba, quien sufrió neumonía debido al largo periodo de desplazamiento desde su tierra natal.
En agosto de 2023, la comunidad logró una victoria legal al obtener una medida cautelar sobre la finca en disputa, un respiro temporal en medio de la adversidad.
Sin embargo, la situación se ha vuelto crítica tras el levantamiento, en octubre de 2024, de la misma medida cautelar que protegía sus tierras en el departamento de Caaguazú.
La Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (CODEHUPY) ha emitido una alerta sobre el riesgo inminente de desalojo, lo que no solo compromete la seguridad y el bienestar de las familias, sino que también infringe sus derechos territoriales, garantizados por la Constitución Nacional y tratados internacionales.
La recuperación de la esperanza
La medida cautelar, impuesta por el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial de la Capital, había sido fundamental para evitar desalojos y alteraciones en la propiedad, permitiendo a las familias recuperar sus tierras tras múltiples intentos de desalojo.
Los cultivos volvieron a ser abundantes, se volvieron a construir las casas de madera, se excavaron pozos de agua y se implementó la provisión de corriente eléctrica.
Más importante de todo, en noviembre 2023, se volvió a construir un Opy, emblema de una comunidad Guaraní que lucha para mantener viva su identidad y el apego a su tierra ancestral.
El autor de este artículo tuvo el privilegio de ser invitado a presenciar a este evento y capturarlo en fotos. Se vivieron momentos de gran intensidad emotiva: muchas lágrimas de felicidad recorrieron los rostros de los miembros de la comunidad.
Sin embargo, la reciente decisión de levantar esta protección aumenta la vulnerabilidad de la comunidad y su territorio, así como el riesgo de perder el Opy.
Sucesivos ataques a la comunidad
Ya en dos ocasiones Hugua Po’i ha sido objeto de ataques por parte de una empresa interesada en apoderarse del sitio, la cooperativa denominada Sociedad Civil Tres Palmas: primero en septiembre de 2021 y luego en julio de 2022.
El espacio ceremonial del Opy no sólo simboliza la espiritualidad de la comunidad, sino que también representa su lucha por la defensa de sus derechos y su identidad cultural.
La situación de Hugua Po’i es un claro recordatorio de los desafíos que enfrentan las comunidades indígenas en su búsqueda por preservar su territorio y cultura frente a las presiones externas.
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