Mistolar: Un día en la vida de una familia criolla

En la remota región de Mistolar, aproximadamente a 700 kilómetros de Asunción, familias criollas nómadas comparten territorio con la comunidad indígena Nivaclé, sin tener aún tierra propia asegurada, enfrentando el aislamiento extremo y la falta de electricidad, sin acceso al agua potable, a la salud pública, la comunicación telefónica o el servicio de internet. Este fotorreportaje retrata la vida de Reina Soledad Salvatierra y su familia, quienes han debido mudar su hogar más de tres veces, debido a las inundaciones y las sequías del implacable Río Pilcomayo. Por lo que viven, un día a la vez.
Octavio Lugo faena una cabra para un vecino comprador, que vive a casi 10 kilómetros de su casa.  
Reina Salvatierra frente a su rústica vivienda, sentada en la canoa que les ayuda en las temporadas de inundaciones del Río del Pilcomayo. 
Gloria y Dahiana, las mellizas de la familia, jugando con sus únicas muñecas que cuidan con muchísimo celo, después de un largo día de viaje, entre ida y vuelta a la escuela en el centro de Mistolar, que queda a 10 kilómetros proximadamente de su casa.
Reina, Gloria y Dahiana se dirigen al chiquero para arrear a las cabras. Son cerca de las 18.00 y este trabajo se demora casi dos horas. 
Casi un centenar de cabras, ingresan al chiquero, que se encuentra a 200 metros de la casa de la familia Lugo-Salvatierra. 
Mientras Octavio lleva la carne de cabra al comprador, Reina se encarga de todo, no solo de arrear a las cabras, sino de alimentar a los pequeños chivos y luego separarlos de los adultos. 
Ya con la noche encima, Reina administra los pocos litros de agua (un poco salada) que obtiene de un pozo, para utilizarla en lavados de manos y breves baños. 
Con un horno rudimentario -armado con chapas y leñas, que se colocan en la base y encima- Reina prepara la cena. 
La casa nada más tiene una lámpara cargada con energía solar y, para una mejor visión, se manejan con linternas a pilas, como la que tiene Reina en la cabeza, mientras retira del horno el pan que ya está listo. 
Octavio asando unos cortes de cabra, delicias con las que se esmeraron en agasajarnos. 
Todos los integrantes de la familia Lugo-Salvatierra. De izquierda a derecha: Juan, Marco, Octavio y Reina. Abajo: Gloria y Dahiana.
Una de las mellizas nos muestra dónde fue su último hogar, lugar del cual obligadamente tuvieron que mudarse, por causa de la fuerte sequía. 
Tras toda una mañana, conociendo los hogares que debieron dejar atrás, llegamos hasta la única y pequeña laguna de agua turbia en medio del canal seco del Pilcomayo. Allí llegan animales de otras familias criollas, desesperados por beber agua. Octavio aplica inyecciones a una de las vacas, desfallecientes, sin fuerzas para levantarse, buscando reanimarla.
El drama cotidiano del Chaco: muerte de animales y sequía en el Pilcomayo.

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* Este reportaje fue realizado gracias al apoyo de la Fundación Avina, en el marco de Voces para la Acción Climática Justa (VAC).