La relación del cómic y la serie El Eternauta con la cultura paraguaya

Se escuchan gritos en guaraní en momentos de la serie, el dibujante de la historieta original es un descendiente directo y homónimo del Mariscal López, la escritora paraguaya Teresa Godoy fue asistente personal del desaparecido guionista Héctor Oesterheld. Son algunos de los puntos de contacto que el mítico cómic y la consagrada teleserie 'El Eternauta' tienen con la cultura paraguaya, incluyendo la compleja relación que nuestro afamado escritor guionista Robin Wood mantuvo con Oesterheld, quien fue su maestro precursor y su a veces incómoda competencia.

La mayoría de quienes asistieron desde el Paraguay a la exitosa serie televisiva El Eternauta en la plataforma Netflix, a partir del 30 de abril, se asombraron cuando, en el sexto capítulo, se escucha que Zuruka, uno de los combatientes del improvisado ejército de la resistencia contra la invasión alienígena, grita de pronto:

—¡Nde rakore! ¿Qué es eso?

Y más adelante, el mismo personaje le dice a otro compañero:

—¡Nambrena! ¡Jaha katu!

¿Qué significan los diálogos en lengua guaraní, en la consagrada producción audiovisual de ciencia ficción, localizada y producida en Buenos Aires?

¿Acaso hay personajes paraguayos en la trama?

Sí, los hay.

El actor paraguayo Enrique Bogado (Arrieta), junto al protagonista de la serie de Netflix, Ricardo Darín, quien encarna a Juan Salvo, El Eternauta. / GENTILEZA

Desde el inicio, según cuenta Enrique Bogado, actor paraguayo residente en Buenos Aires, quien integra el equipo de intérpretes de la serie, el director y coguionista Bruno Stagnaro (que ha dirigido la recordada serie Okupas, donde también había personajes inmigrantes paraguayos), se preocupó de que personas de distintas nacionalidades que habitan las comunidades migrantes en Argentina participen de forma representativa en la producción.

Como los paraguayos en Buenos Aires somo parte de una comunidad muy numerosa, Stagnaro quería que en la serie suenen voces en lengua guaraní destaca Enrique.

Hubo varias grabaciones con intervenciones paraguayas en lengua nativa, pero finalmente quedaron dos versiones dichas por el actor argentino Alejandro Sosa, (oriundo de Resistencia, provincia de Chaco, donde también se habla en guaraní), quien hace el personaje Suruka.

Me pidieron que lo asesore a Alejandro sobre la manera correcta de pronunciar y esa fue la grabación que quedó explica Bogado.

El paraguayo Enrique Bogado con el director y coguionista de El Eternauta, Bruno Stagnaro. / GENTILEZA

El fenómeno de El Eternauta

Basada en la mítica serie de historietas El Eternauta, publicada inicialmente desde 1957 en la revista argentina Hora Cero Semanal, con un guion escrito por el gran escritor Héctor Germán Oesteheld y dibujada por el artista gráfico Francisco Solano López, la adaptación como serie televisiva por la plataforma digital Netflix y la productora K&S Films, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín, se convirtió rápidamente en una de las series más vistas y aclamadas en diversos países del mundo.

Aunque es una obra de ciencia ficción, principalmente argentina, la historia de El Eternauta, tanto en su versión original de cómic, como la actual versión audiovisual, tiene puntos de contactos con la cultura paraguaya por varias razones, que iremos desglosando.

La primera de ellas es, justamente, la participación de un actor paraguayo en el elenco, como de varios intérpretes de provincias argentinas fronterizas con el Paraguay, que también hablan en guaraní y comparten la historia y la cultura de nuestro país.

Enrique Bogado, el actor paraguayo de El Eternauta, es oriundo de la localidad de Obligado, Itapúa. Se ha radicado desde 1982 en Argentina, principalmente en la ciudad de Florencio Varela, en la zona sur del Gran Buenos Aires, donde empezó a formar parte de iniciativas culturales.

Se formó en la Casa de la Cultura, en Varela, pudiendo empezar a participar como actor secundario en varias producciones importantes, como Okupas y Un gallo para Esculapio, dirigidas por Stegnaro, luego en la serie El Encargado (con Guillermo Francella), incluso en la premiada película Argentina 1985, dirigida por Santiago Mitre, y en la película Descansar en Paz, dirigida por Sebastián Borensztein, sobre la novela homónima de Martín Baintrub, la historia de un prófugo que desaparece en el Paraguay (se filmó parte en nuestro país), hasta que lo llamaron para el casting de El Eternauta y acabó seleccionado para encarnar al personaje de Arrieta, un inmigrante paraguayo que integra el ejército de la resistencia en la primera temporada.

El dibujante Francisco Solano López, junto a su célebre personaje El Eternauta, que le dio fama universal. / GENTILEZA.

Un dibujante con nombre de mariscal paraguayo

El otro detalle importante es que el coautor del comic original El Eternauta, quien se encargó de los dibujos sobre el guion de Héctor Germán Oesterheld, se llama Francisco Solano López, al igual que el célebre mariscal que fue presidente del Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza (1964-1970), que comandó a los combatientes de su país en la confrontación contra los ejércitos invasores de Brasil, Argentina y Uruguay, acabando muerto como mártir en Cerro Corá, el 1 de marzo de 1870.

¿Es casualidad que lleven el mismo nombre? Para nada. El dibujante es descendiente del legendario mariscal, biznieto de Venancio López, hermano menor de Francisco. El palacete de Venancio se mantiene en pie en el centro de Asunción (en la avenida Colón esquina Estrella), un sitio que tiene además el valor histórico de haber sido escenario del estreno de la primera guarania Jejui, con la que el músico José Asunción Flores dio nacimiento, en 1925, a un nuevo ritmo, recientemente declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Los conflictos históricos entre lopistas y anti-lopistas en el Paraguay, luego de la guerra, llevaron a la familia López a radicarse en la Argentina. La viuda de uno de los hijos de Venancio, Juana Otazú, se mudó a Buenos Aires. Uno de sus hijos, nacido en Paraguay, se llamaba Carlos Antonio López, el mismo nombre del primer presidente constitucional del Paraguay (el padre del Mariscal, Carlos Antonio López, gobernó el país desde 1844 hasta 1862).

Carlos Antonio López se casó con una argentina llamada Carmen Fontaine. De modo que cuando nació su primer hijo en Bueno Aires, el 26 de octubre de 1928, repitiendo la historia, Carlos Antonio le puso el nombre de Francisco Solano, el famoso tío bisabuelo, sin imaginar que se convertiría en unos de los más renombrados dibujantes de la historieta universal.

Solano López (tal como empezó a firmar sus trabajos) sintió desde muy joven que le gustaba dibujar. En 1953 fue a buscar trabajo en la famosa Editorial Columba y le encargaron dibujar la historieta Perico y Guillermina, con guiones de Roger Plá.

Luego lo llamaron de la Editorial Abril, que editaba la revista Misterix, donde en 1955 conoció al escritor Héctor Germán Oesterheld, con quien realizó primero la historieta Bull Rocket, luego Uma-Uma y Rayo Rojo.  

Cuando Oesterheld creó su propia editorial, Frontera, en 1956, Solano López se integró al equipo de dibujantes de la nueva empresa, con Hugo Pratt, Juan Dalfiume, Ernesto García Seijas, José Muñoz, Horacio Laila, Juan Zanotto, entre otros, ilustrando otros personajes escritos por Héctor, como Joe Zonda, Rul de la Luna, Rolo el Marciano Adoptivo, para las revistas mensuales Frontera y Hora Cero.

En 1957, Oesterheld le propuso a Solano López que lo acompañe dibujando una nueva serie de ciencia ficción para una nueva revista, Hora Cero Semanal.

El título era: El Eternauta.

Un ejemplar del cómic El Eternauta llegó a manos del Papa Francisco, entregado por un descendiente del dibujante Francisco Solano López. / GENTILEZA

La serie se publicó en entregas de pocas páginas por semana durante tres años, a manera de folletín con el esquema “continuará”, con un total de 106 capítulos, hasta que concluyó en 1959, convirtiéndose en una de las obras más representativas de la historieta argentina a escala universal, siendo reunido en álbumes de novela gráfica y traducida a diversos idiomas, publicada en varios países del mundo.

El argumento es ya muy reconocido. Un escritor de historietas (el propio Germán) recibe en su casa la aparición de un hombre desconocido, Juan Salvo, El Eternauta, quien llega de un largo viaje a través del tiempo y el espacio, para contarle su historia: un juego de truco en una noche de invierno en Buenos Aires, cuando empieza a caer una nieve tóxica que mata al contacto con la piel. La ciudad queda devastada y los sobrevivientes entienden que es el inicio de una invasión extraterrestre. Poco a poco, entre tanta muerte y tanto horror, empiezan a organizarse para resistir.

Escribe Oesterheld en el prólogo a la reedición en álbum: “El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”.  

Primera página de la historieta sobre la Guerra del Paraguay, que Francisco Solano y su hijo Gabriel dedicaron a su célebre antepasado, el mariscal Francisco Solano López, y el país del cual proviene su familia. / GENTILEZA.

El dibujante y su amor al Paraguay

Convertido en un dibujante estrella, gracias al éxito de la serie El Eternauta (de la cual realizó una segunda parte en 1976, con guion de Oesterheld y luego varias versiones alternativas, con guiones de Pablo Maiztegui), Solano López reivindicó siempre al país de sus ilustres antepasados.

En la década de 1980, dibujó sobre guion de su hijo Gabriel Solano López una historieta sobre la Guerra de la Triple Alianza (se titula: Paraguay 1865-1870), en la que reivindica la causa paraguaya y critica las acciones invasoras de su propio país, la Argentina, que hizo la guerra al Paraguay, aliada al Brasil y el Uruguay. La obra se publicó en la revista Fierro y luego fue compilada en un libro por la Universidad de Buenos Aires. El dibujante además autorizó a la periodista y editora paraguaya María Evangelista Troche de Gallegos, Evanhy, para que publique esta historieta en el Paraguay, en su revista Reportaje al país.

Solano López también llegó a trabajar con el gran escritor y guionista paraguayo Robin Wood en 1999, cuando la editorial italiana lanzó el libro Un día, un Siglo, celebrando la llegada del Siglo 21, con diez historias escritas por Wood y dibujadas por diez de los más grandes dibujantes del mundo.

«La foto de John Waters», escrita por Robin Wood y dibujada por Solano López. Un guionista paraguayo trabajando con un dibujante descendiente de paraguayos en Argentina. / GENTILEZA.

Solano ilustró el capítulo denominado La foto de John Waters, sobre un piloto norteamericano que integró la tripulación del avión Enola Gay, que arrojó la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial.

En marzo de 2010, cuando Robin Wood y el dibujante Roberto Goiriz presentaron la novela gráfica 1811 sobre la Independencia del Paraguay, en el Salón Elvio Romero de la Embajada paraguaya en Buenos Aires, Solano López se presentó, interesado en asistir al acto y Robin Wood lo invitó a sentarse con ellos a la mesa.

El dibujante de El Eternauta aceptó, complacido, hablando muy bien de la obra, recordando además los inicios de la edad de oro de la historieta argentina, en los años 60, aclamando el trabajo de los más grandes guionistas, especialmente a Héctor Oesterheld y a Robin Wood.

El dibujante de «El Eternauta», Francisco Solano López (en el centro), junto a Robin Wood y Roberto Goiriz, durante la presentación de la novela gráfica 1811, sobre la Independencia del Paraguay, en Buenos Aires, en 2010. / GENTILEZA

Una paraguaya, asistente de Oesterheld

Otro punto de contacto de la historia de El Eternauta con el Paraguay es que una periodista y escritora paraguaya, Teresa Godoy, fue asistente del gran escritor y guionista Héctor Germán Oesterheld en Buenos Aires, precisamente a inicios de los años 70, cuando él autor se encontraba ya militando junto a sus hijas en la organización Montoneros, ala radical del peronismo, aunque seguía escribiendo historietas y estaba editando la segunda parte de El Eternauta, en la mira de sectores militares que protagonizaron un golpe de Estado e impusieron la dictadura argentina a partir de marzo de 1976.

Teresa cuenta la historia con detalles en su libro “La generación dispersa – Víctima del terrorismo de Estado, también en Paraguay” (Servilibro, 2012), a partir de su propia historia como humilde joven campesina obligada a migrar desde su natal compañía Yarati-i, en Yuty, Paraguay, pasando por su infancia en Montecarlo, Misiones, Argentina, hasta llegar a la ciudad de Buenos Aires donde vivió su juventud en la Villa 21, en Barracas, conocida como “la villa de los paraguayos”.

Allí conoció a un grupo de jóvenes peronistas que realizaban trabajo social y militancia política, ayudando a los pobladores a salir adelante. Contagiada por la mística y la solidaridad del grupo, Teresa se unió a ellos, formó parte de una comisión vecinal y conoció a Dina, una de las activistas, quien sería pronto una de sus mejores amigas (mucho tiempo después se enteraría que su verdadero nombre era Diana Irene Oesteheld, la hija menor de Héctor Oesterheld).

Fue precisamente Dina, quien al saber que Teresa era mecanógrafa y necesitaba trabajar, le ofreció ser asistente de un escritor. No le dijo al principio que se trataba de su propio padre, a quien todos conocían afectuosamente como El Viejo.

“Se llamaba Héctor Germán Oesterheld. No tenía la más mínima idea de quien era este señor, solo comprendí que era escritor, que hacía guiones de historieta. En mi nuevo rol empezaría a poner en práctica mi velocidad como dactilógrafa, ya que una de las funciones sería transcribir los guiones de historietas que mi jefe escribía”, relata Teresa Godoy en su libro.

Héctor Oesterheld, con su esposa Elsa y sus hijas. Todos fueron desaparecidos por la dictadura, menos Elsa. /GENTILEZA

El escritor vivía desde hace décadas en un pequeño chalet de dos pisos, sobre la calle Rivadavia 1985, en Beccar, en la zona norte del Gran Buenos Aires, en el partido de San Isidro, con su esposa Elsa Sánchez y sus cuatro hijas: Marina, Estela, Beatriz y Diana. Es justamente la casa que Solano López dibuja en el primer cuadro de El Eternauta, donde el guionista Germán (el propio Oesterheld, incluido como personaje el cómic) está escribiendo, cuando se le aparece en el sillón de enfrente un hombre desconocido (Juan Salvo, el Eternauta, viajando a través del tiempo y el espacio). El lugar es actualmente un «sitio de memoria», declarado por el Estado.

Hasta esa casa llegó la joven paraguaya Teresa Godoy, para entrevistarse con su nuevo jefe, en esos convulsionados primeros años de la década del 70.

La escritora lo recuerda como un caballero mayor, amable y correcto. “Se produjo entre nosotros una comunicación absolutamente natural. Muy rápido quedó claro que podía llamarlo Héctor, no decirle señor o jefe o patrón. Podíamos tutearnos. Yo lo asistiría para recoger sus historietas grabadas en un casete, transcribirlas en máquina de escribir, en copias de tres, intercalarlas y entregarlas en las oficinas de la Editorial Columba, editora de sus títulos de entonces: El Tony, D’artagnan, Brigada Madeleine, Kabul de Bengala, entre los que recuerdo. Era obviamente un trabajo pagado, sin horario e independiente”, narra Teresa.

En esa época, Oesterheld ya había tenido que cerrar su propia empresa editorial por problemas financieros y trabajaba como guionista de historietas, tanto para la Editorial Récord (subsidiaria de su homónima italiana) como para su competencia, Editorial Columba, y producía series de aventuras con mucha rapidez, firmando en varios casos con seudónimos.

“Héctor y yo también nos encontrábamos en una oficina de la Editorial Columba. Instalados allí, él escribía o completaba sus guiones. Los grababa, en más de una ocasión, allí, frente a mí y me los entregaba. Era un placer ver cómo ese hombre mayor, sentado en un escritorio, garateaba unas hojas con birome, luego cerraba los ojos y daba vida (grababa con voz ronca, arrulladora) a la más fascinante de las aventuras, por ejemplo, de Kabul de Bengala o de los combatientes de Brigada Madeleine. Con sus argumentos, sus interrogaciones, él también me motivaba a seguir estudiando”, narra la autora paraguaya.

Más adelante, cuenta Teresa: “Yo aguardaba, sentada frente a él. Era fascinante ser testigo de cómo nacía una historieta, con su introducción, su desarrollo y su desenlace. Escuchaba como debía transcurrir después el primer plano, el primerísimo primer plano, los verticales, los diálogos, los golpes de tump, soc, splash, de caídas y otros sonidos de los golpes que se daban los imaginarios combatientes…”.

Portada del libro «La generación dispersa», en la que la autora paraguaya Teresa Godoy cuenta su experiencia como asistente de Héctor Oesterheld y los terribles episodios de la represión dictatorial. / GENTILEZA

Los recuerdos del horror

Oesterheld había aceptado realizar trabajos para la Editorial Columba, con la que ya había colaborado anteriormente, en esta segunda ocasión por necesidades económicas, a pesar de que cuestionaba el estilo de sus revistas (de producción masiva y comercial). Sus personajes aventureros más célebres eran Roland El Corsario, Kabul de Bengala y Brigada Madeleine.

En ese momento, el guionista estrella de Columba era el paraguayo Robin Wood, quien viajaba por diversas partes del mundo y enviaba sus guiones por correo, quien se declaraba un seguidor de Oesterheld, pero por quien El Viejo sentía una enemistad y competencia, por no ser un intelectual de izquierda.

Paralelamente, Oesterheld había aceptado también escribir una segunda parte de El Eternauta para la Editorial Récord, de nuevo con dibujos de Solano López, que se publicaría en 1976, pero le daba un tono mucho más político radical que la primera parte, tanto que alarmó a su dibujante.

Juan Salvo, ‘El Eternauta’, contando su historia al guionista Germán (Oesterheld). Un poster dibujado a lápiz por Francisco Solano López, recreando una viñeta de la legendaria historieta. / GENTILEZA.

El Viejo ya militaba activamente en la organización revolucionaria Montoneros y eso se notaba en su obra. El protagonista, Juan Salvo, aparece como un caudillo que lidera al pueblo a la victoria contra el invasor y no duda en mandar a otros personajes a la muerte o dejarlos morir (incluso a su esposa y su hija, Elena y Martita), si con eso logra la victoria. Gran parte de los últimos capítulos ya los escribía en la clandestinidad y pasaba los guiones en forma secreta o los dictaba por teléfono a Solano López.

“El Eternauta II es otra historia, otro tiempo, otro Oesterheld. Es el texto de un militante político, de un hombre de la clandestinidad, de un militante de una organización armada y de un hombre que ha vivido hasta los extremos del terror”, destaca el filósofo argentino José Pablo Feinmann.

Afiche actual de la exitosa serie de Netflix, intervenido con otros afiches de búsqueda del escritor de la historia original, Héctor Oesterheld y sus hijas, en una calle de Buenos Aires. Todo siguen desaparecidos. / GENTILEZA

La despedida con el autor de El Eternauta

Teresa Godoy se despidió de su admirado primer jefe en los primeros meses de 1976, en Bueno Aires: “Las últimas imágenes que tengo de Héctor son cuando me convocó a un bar. Él personalmente me informó que ya no podíamos vernos ni trabajar juntos. No recuerdo cual fue la explicación que me dio. La charla fue muy breve, pero con muchísima emoción. Me entregó una carta, que me enviaba mi amiga Dina (su hija) desde Tucumán, donde se había mudado hacia poco tiempo con su pareja y su pequeño hijo. Salimos a la calle en silencio, me dio un beso en la frente, me abrazó un largo rato, se dio vuelta y se fue. Quedé absolutamente anonadada”.

El 27 de abril de 1977, Héctor Germán Oesterheld fue secuestrado por las fuerzas armadas de la dictadura militar argentina en La Plata. Ya habían sido secuestradas y asesinadas sus cuatro hijas: Diana (24), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18). También desaparecieron tres de sus yernos. Solo quedó con vida la esposa de Héctor, Elsa Sánchez.

Teresa Godoy también tuvo que esconderse cuando sus amigos militantes empezaron a ser perseguidos y capturados. Sus compañeros paraguayos Teodoro Urunaga Martínez y Ricardo Gamarra Ortiz, junto con los argentinos Oscar Alfredo Salazar y María Ester Peralta, fueron secuestrados por los militares en un operativo nocturno, en abril de 1976, en la Villa 21. Aparecieron días después muertos en un parque, con la versión de que se habían enfrentado con las fuerzas de la represión.

Teresa logró escapar e ingresar en forma clandestina al Paraguay en 1976, permaneció oculta un tiempo y luego empezó a trabajar en el diario ABC Color y en el diario La Tribuna (como mecanógrafa, luego como diseñadora, finalmente como periodista), se inscribió para estudiar periodismo (fue mi condiscípula en el primer curso de Periodismo, en Filosofía UNA, en 1979, sin que sus compañeros imagináramos siquiera su terrible historia) hasta volverse la hoy reconocida profesional, periodista y gran escritora.

El actual gran éxito de la serie televisiva El Eternauta la toca muy de cerca y lleva a que muchos medios la busquen para dar entrevistas, recordando a su jefe y maestro Oesterheld.

Teresa forma parte, además, del grupo de autores y autoras de la delegación de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP) que participan de la Feria del Libro 2025 de Buenos Aires, donde entre sus varias obras ha presentado su libro “La generación dispersa”.

Teresa Godoy, entrevistando a Robin Wood en los años 70. / GENTILEZA.

El conflicto Oesterheld – Robin Wood

Entre los estudiosos de la historieta en la Argentina existe un consenso de que los principales personajes creados en el país son: El Eternauta, escrito por Héctor Germán Oesterheld (dibujado por Solano López); Nippur de Lagash, escrito por Robin Wood (dibujado por Lucho Olivera) y Mafalda, escrita y dibujada por Quino, aunque otros agregan una diversidad de personajes, entre ellos Patoruzú, de Dante Quinterno y El Loco Chávez, de Carlos Trillo (dibujado por Horacio Altuna).

Entre los escritores y guionistas, no hay dudas de que el gran maestro iniciador fue Oesterheld y su principal obra El Eternauta, y que su gran continuador fue el prolífico escritor paraguayo Robin Wood, aunque también se menciona a Carlos Trillo, Ricardo Barreiro, Eugenio Zapietro (Ray Collins), Roberto Fontanarrosa y Carlos Albiac.

Oesterheld, mucho mayor que Wood, empezó a escribir historietas en la década del 50, buscando marcar diferencias con la gran producción del cómic norteamericano, centrado en superhéroes y protagonistas individuales.

Aunque muchos de sus primeros personajes, como el Sargento Kirk o Ticonderoga se desenvuelven en el oeste americano, se impregnan de un enfoque humanista, al igual que el célebre corresponsal de guerra Ernie Pike, pero es con El Eternauta, una obra maestra de ciencia ficción que transcurre en Argentina, en donde desarrolla la propuesta del héroe colectivo por encima del héroe individual, encarnando ideas socialistas. (El eslogan “nadie se salva solo” impregnó fuertemente la nueva serie televisiva).

Héctor Germán Oesterheld, mostrando un ejemplar de su revista Hora Cero Semanal, donde se publicó originalmente por tres años la serie El Eternauta. / GENTILEZA

Por su parte, el paraguayo Robin Wood, quien emigró desde Encarnación a Buenos Aires en 1962, en donde trabajó varios años como un mal pagado obrero de fábrica, inició fortuitamente su carrera de guionista en 1967, estimulado por el dibujante correntino Lucho Olivera, al crear juntos la saga del guerrero sumerio justiciero Nippur de Lagash, que se estrenó con gran éxito en la revista D’artagnan, publicandose más de 450 episodios hasta 1998. El guionista paraguayo llegó a crear más de cien personajes y a publicar más de 10.000 obras de historieta en toda su carrera, principalmente en Argentina y luego en Italia.

Robin Wood siempre reconoció que Héctor Germán Oesterheld fue el mayor guionista argentino y que él aprendió a escribir historietas y a desarrollar personajes, leyéndolo.

“Oesterheld influyó muchísimo en mí, toda su obra. Yo lo leía y lo leía con placer. Lord Crack, eso era una obra maestra. El Sargento Kirk ya me parecía demasiado shakesperiano, pero Lord Crack era perfecto. A mí me encantaba Mort Cinder, magnífico, magnífico. Admiré mucho a Oesterheld y él me detestaba. Pero separemos al hombre del artista y respetemos al hombre que cree. En la profesión de guionista, está en un plano inalcanzable. Comparados con él, nosotros todavía estamos aprendiendo”, dice en el libro Robin Wood, una vida de aventuras, biografía autorizada, de los argentinos Diego Accorsi, Julio Neveleff y Leandro Paolini Somers (Editorial El Ateneo, 2021).

En su obra “La generación dispersa”, Teresa Godoy asegura que, durante una entrevista hecha a Robin Wood, a fines de los años 70, en compañía de la recordada colega Nila López, le preguntaron acerca de Oesterheld, y que el mismo les respondió: “al zurdo de Oesterheld los militares ya le dieron su merecido”.

Muchos años después le pregunté a Robin Wood si realmente había dicho esa frase tan perversa acerca del autor de El Eternauta. Me dijo que no lo recordaba, pero que estaba convencido de que él jamás renegaría de alguien a quien admiraba mucho y lo consideraba uno de sus maestros, por más que mantenían una rivalidad profesional, ya que El Viejo había sido parte de un grupo de colegas guionistas argentinos que en el fragor de los años 70 lo habían marginado, calumniado y rechazado por ser paraguayo inmigrante, por trabajar para la “mercantilizada” Editorial Columba, por escribir series que en ese momento ya tenían mucho éxito, pero no formaban parte del modelo de “historietas revolucionarias” que impulsaban en publicaciones alternativas.

El grupo de guionistas y dibujantes que promovían “una historieta más artística e intelectual” estaba conformado por los autores y dibujantes Carlos Trillo, Guillermo Saccomanno, Juan Sasturain, Alberto Breccia, Horacio Altuna, José Luis Salinas, Hugo Pratt, entre otros, quienes reivindicaban como el gran gurú de esa corriente a Héctor Germán Oesterheld y renegaban de las revistas de Editorial Columba, que vendía dos millones de ejemplares al mes, principalmente con los exitosos personajes de Robin Wood (Nippur, Dennis Martin, Mi Novia y yo, Jackaroe, Pepe Sánchez).

Trillo y Saccomanno escribía la sección “El Club de la Historieta” en la revista Skorpio, en donde acusaban que las series escritas por Wood eran “pro imperialistas” y “fascistas”, sin proporcionar muchos argumentos, mientras otros “intelectuales de izquierda”, como Umberto Eco, Federico Fellini o Martín Caparrós, destacarían posteriormente el profundo valor social de la mayoría de sus personajes.

Robin Wood, en esa época, vivía viajando por el mundo y enviaba sus guiones por correo. Se resistía a formar parte de “la vanguardia de la historieta”. En una de sus visitas a Buenos Aires, lo invitaron a una reunión y le pidieron que se uniera a un gremio de historietistas, en defensa de la clase obrera.

“¿De qué clase obrera me hablan, si ustedes son todos intelectuales de Confitería La Paz? El único que fue obrero durante gran parte de su vida fui yo, que me moría de hambre trabajando 18 horas en una fábrica”, les recriminó el paraguayo.

En el libro de Accorsi, Neveleff y Paolini Somers, Wood cuenta que en una oportunidad recibió una exhortación del gran dibujante Alberto Breccia (quien también dibujó una versión de El Eternauta, con Oesterheld, además de varios otros personajes de El Viejo).

Robin, con nuestras obras, tenemos enseñarle al pueblo a pensar le dijo Breccia.

Y Wood le respondió:

Pensar, piensa todo el mundo. Hasta el más estúpido del pueblo piensa. Lo que ustedes quieren, Alberto, es que todos piensen como ustedes.

Acerca de Oesterheld, cuenta Wood en el libro de biografía autorizada:

“A Oesterheld lo vi dos veces: una noche en una whiskería, cuando él se encontró con Alberto Breccia y yo había ido a buscar a una chica que estudiaba dibujo, justamente con Breccia.

La segunda vez fue cuando él empezó a trabajar en Columba, donde le acondicionaron un rincón con un escritorio para que escribiera.

Yo había venido a Buenos Aires en una visita desde Europa.

Antonio Presa (director de Arte de Columba) me dijo:

—Vení a ver quién está aquí.

Lo acompañé y allí estaba Osterheld, escribiendo.

Héctor, le presento a Robin Wood.

Nos dimos la mano.

—Ah, usted es Robin Wood. ¿Y a qué se dedica?

—Escribo algunas cosas —le contesté.

Y me fui, porque hay que darse cuenta cuando no se es bien recibido.

Eso fue todo: nunca más tuve contacto con él, jamás. Lo único es que, curiosamente, cierta vez improvisé una elegía por él, en un restaurante llamado La Rosa, que estaba en el centro de Buenos Aires y era de Helena Goñi. Ella se me acercó y me comentó que se estaba realizando en el salón contiguo un homenaje a la memoria de Oesterheld. Los asistentes se enteraron de que yo estaba allí y querían saber si podía decir algunas palabras en su honor. Entonces fui e improvisé un discurso que terminó muy bien, con dos copas de champán: una para la señora de Oesterheld y otra para mí”.  

Acerca de Wood, Oesterheld dijo en una entrevista con Trillo y Saccomano, en 1975, según reseña Ariel Avilez en La Bañadera del Cómic:

Repito que casi no leo historietas. De Robin, la única que leo, y que es una historieta brillante, es Mi Novia y Yo, que se publica en Intervalo.

Cosas de genios, que se detestaban y a la vez se admiraban.

Pepe Sánchez, personaje escrito por Robin Wood, dibujado por Carlos Vogt, se encuentra con Juan Salvo, ‘El Eternauta’, personaje de Héctor Germán Oesterheld y Solano López. / GENTILEZA

El homenaje de El Eternauta a Robin Wood

Entre los dibujantes y los personajes de Héctor Oesterheld y Robin Wood, la relación fue mucho mejor.

En un aplaudido dibujo de 1997, Carlos Enrique Vogt, el dibujante de Mi Novia y Yo, Pepe Sánchez y varias otras consagradas series escritas por Robin Wood, publicó un dibujo de homenaje a los autores de El Eternauta, en que el ocurrente espía le hace una broma a Juan Salvo, mientras se cubre con un paraguas de la nevada mortal.

Del mismo modo, cuando se supo que Robin Wood había fallecido en Encarnación, Paraguay, en 2021, uno de los hijos de Solano López publicó en el sitio web del personaje una viñeta del comic El Eternauta, con Juan Salvo expresando:

Te vamos a extrañar, Robin Wood…

El Eternauta despide a Robin Wood, al conocerse su fallecimiento en 2021, en el Paraguay. Esta viñeta fue publicada por los hijos de Solano López. / GENTILEZA.