Hasta hace poco, una niña, niño o adolescente en situación de adoptabilidad podía esperar hasta 10 años antes de integrarse a una familia. Hoy, ese tiempo de adopción se ha reducido de manera significativa: en muchos casos, el proceso se concreta en un promedio de dos años. Sin embargo, más allá de los avances legales y administrativos, sigue existiendo un desafío igual de importante: acompañar emocionalmente a las niñas, niños y adolescentes desde el cuidado en ese tránsito hacia una nueva vida.
En ese camino, los hogares de abrigo juegan un rol fundamental. Son espacios donde se brinda cuidado y contención a quienes, por distintas razones, no pueden estar con su familia de origen. Allí, un equipo humano trabaja para que el derecho a vivir en familia no sea solo una resolución judicial, sino una experiencia posible.
El propósito del hogar Santa Elena
En Ciudad del Este, el Hogar Infantil Santa Elena (HISE) es uno de los pocos refugios para niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad en esta zona del país. Desde su fundación, hace 12 años, ha servido como un punto de transición. Al respecto, su directora, María Elena Tindel Brítez, explica la misión del hogar.
“Nuestro hogar tiene 12 años dedicados a niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Nos enfocamos en ofrecer un entorno seguro, afectivo y estructurado. La idea es ayudarles a superar experiencias traumáticas y prepararlos emocional y socialmente para una posible adopción o reinserción familiar”, comenta.
El trabajo del hogar no se limita a la asistencia básica, sino que busca restaurar la confianza de NNA en las personas adultas para que puedan enfrentar la adopción sin el peso del miedo o la incertidumbre.

Las cicatrices de la vulneración de derechos: ¿quiénes llegan al hogar?
Muchas de las niñas, niños y adolescentes que llegan al hogar han sido víctimas de negligencia, maltrato o abandono, arrastrando consigo profundas heridas emocionales. Según María Elena, en algunos casos requieren de intervención especializada.
“Llegan con secuelas emocionales profundas y, en algunos casos, diagnósticos como trastornos del apego, conductas desafiantes o problemas de salud. Por eso contamos con un equipo interdisciplinario para abordar cada caso de forma integral”, agrega la directora.
Según detalla, el proceso de recuperación comienza con contención emocional y la reconstrucción de la confianza. Buscan que NNA sientan que están es un espacio donde se les cuida y valora. Posteriormente, se trabaja en habilidades de socialización, hábitos y escolarización, adaptando el ritmo según la necesidad de cada niña, niño o adolescente.
El camino hacia la adopción: preparación y acompañamiento
Una vez declarada la adoptabilidad, se activa un proceso de transición que contempla el acompañamiento psicosocial. Este proceso, liderado por profesionales del hogar y del sistema de protección, busca garantizar que la niña, el niño o el adolescente cuente con la preparación emocional para integrarse a una nueva familia.
“Se inicia un proceso de preparación con sesiones psicológicas individuales y grupales. También organizamos encuentros graduales con las familias adoptivas, siempre con el acompañamiento del equipo. Nuestra prioridad es que el menor esté realmente preparado antes de avanzar.”
Este enfoque es crucial para evitar posibles rechazos o dificultades de adaptación que puedan causar un impacto negativo en la niña, niño o adolescente.
A pesar de estos esfuerzos, no todas las personas que pasan por este proceso encuentran una familia con facilidad.

Los desafíos en la adopción: edad, grupos de hermanos y expectativas
El hogar acoge niñas, niños y adolescentes de todas las edades, también a bebés y hasta jóvenes adultos de 22 o incluso 25 años. Sin embargo, los adolescentes enfrentan más dificultades para la adopción, ya que las familias suelen preferir niñas y niños de corta edad.
La adopción de grupos de hermanas y hermanos sigue siendo uno de los principales desafíos, especialmente cuando se trata de garantizar su derecho a permanecer juntas y juntos. Aunque los hogares de abrigo trabajan para preservar ese lazo, son pocas las familias que se animan a adoptar a más de una niña, niño o adolescente, lo que en algunos casos obliga a buscar alternativas que resguarden su bienestar emocional.
“Hemos tenido casos de hasta cuatro hermanos, lo que complica aún más el proceso. Aunque priorizamos no separarlos, no muchas familias están preparadas para adoptar a varios niños”, puntualiza.
La adopción como solución: una historia de éxito
A pesar de las dificultades, existen historias de adopción que prueban la importancia del trabajo realizado en los hogares de abrigo. Recientemente, unos mellizos de 14 años fueron adoptados con éxito, gracias a un proceso bien estructurado que incluyó dos semanas de acompañamiento profesional antes de la integración final.
“Su transición fue acompañada por profesionales durante dos semanas, lo que facilitó una adaptación rápida y efectiva”, refiere María Elena.
Acota que este tipo de enfoque reduce la ansiedad de la niña, niño y adolescente, además de asegurar una mayor estabilidad emocional al ingresar en su nuevo hogar.
La seguridad emocional en adolescentes: un enfoque delicado
Para los adolescentes, la adopción puede generar miedo e inseguridad, pues hay quienes han estado tantos años en el hogar que lo ven como su único refugio. Por eso, el acompañamiento psicológico es esencial.
“Algunos adolescentes ven el hogar como su único espacio seguro tras años de trauma, por lo que la adopción debe manejarse con extrema delicadeza”, aclara la directora.
En estos 12 años, el hogar ha logrado que entre 10 y 12 niñas, niños y adolescentes tengan una nueva familia a través de la adopción, un número que, aunque reducido, representa un cambio profundo en la vida de cada persona que encuentra un nuevo hogar.
¿Hogares demasiado cómodos? La crítica a los espacios infantiles
Con el transcurrir de los años algunas personas han cuestionado si los hogares ofrecen «demasiado bienestar» a NNA, pero para María Elena, estos comentarios suelen estar basados en prejuicios y desconocimiento.
“Esas críticas a menudo provienen de quienes proyectan sus propias carencias. Estos niños merecen lo que nunca tuvieron. Su bienestar físico y emocional es nuestra prioridad, y las críticas no cambiarán eso”, asevera.

El financiamiento: sobrevivir sin apoyo estatal
A pesar de la relevancia del trabajo realizado en estos hogares, el financiamiento sigue siendo un reto muy grande. HISE no recibe ayuda estatal, municipal ni departamental, dependiendo únicamente de personas solidarias que apoyan el proyecto.
“Sin la ayuda de personas solidarias que financian nuestros proyectos, sería imposible continuar”, reconoce.
Actualmente, en Ciudad del Este sólo existen dos hogares de abrigo: HISE y “Las Tías”. Esto evidencia la necesidad urgente de más instituciones para atender a los cientos de NNA que aún esperan por una oportunidad.
¿Cómo avanzar hacia un mejor sistema?
Los hogares de abrigo juegan un papel clave en el proceso de adopción, proporcionando estabilidad, apoyo emocional y preparación para un nuevo comienzo.
Si bien las reformas legales han acelerado el proceso, aún hay desafíos por resolver, especialmente en la atención de adolescentes y grupos de hermanas y hermanos. Además, la falta de financiamiento estatal sigue dejando a estos hogares en una situación de dependencia exclusiva de donaciones privadas.
Paraguay ha avanzado significativamente en el ámbito de la adopción, pero para que más niñas, niños y adolescentes encuentren un hogar seguro, es esencial fortalecer la red de apoyo que los prepara para este proceso. Más hogares, más compromiso y más oportunidades para quienes más lo necesitan.
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