“Las mujeres de nuestra tierra: las que luchan por no claudicar ante los desafíos del destino, las que se mantienen firmes y estoicas en su fe, las que han podido sobrellevar un pasado de abandono reincorporándose a las usuales coordenadas de la vida y las que derrochan alegría y entusiasmo en los escenarios más tristes y sombríos”, son las protagonistas del libro de cuentos Momorã, que la escritora italiana Patrizia Sabatino publicó recientemente, con el sello editorial Arandurá. El libro fue también traducido al italiano y publicado por la editorial italiana Edistorie.
“Paraguay, tu gente es tan valiente en su sencillez y su melancólica espera de un futuro cambio. Yo, como expatriada, te he conocido al entrar en contacto con aquel mundo simple y fuerte de tu pueblo”, escribe la autora.
Patrizia es licenciada en Letras, con especialización en Historia del Arte por la Universidad de Florencia (Italia), magister en Planificación avanzada en promoción de la lengua y cultura italiana por la Universidad Ca Foscari de Venezia (Italia). Especialista en metodología CLIL (Content and Language Integrated Learning) integrando la enseñanza de la historia del arte con la didáctica del idioma italiano como lengua extranjera.
Ha trabajado como docente de historia del arte en la Licenciatura de Música de la UNA y en la Facultad de Diseño y Arquitectura de la Universidad UPAP. Se ha desempeñado como directora académica del Instituto Dante Alighieri de Asunción y como responsable del Examen de certificación internacional de italiano PLIDA. Ha trabajado por 15 años en el Colegio Santa Caterina da Siena como docente y coordinadora académica. Colabora como voluntaria desde 2005 con la ONG ANPIL de Italia en proyectos de cooperación al desarrollo en Paraguay. Autora del libro-proyecto MOMORA editado por Arandura en español en el 2022 y traducido al italiano en 2023 con la editorial italiana Edistorie.
Directivos de la Sociedad Dante Alighieri, que apoyaron la presentación de este libro, junto con la Fundación La Salle Paraguay, “Momorã” permite construir un puente para hablar de la interculturalidad y reflexionar sobre aquellos valores que vinculan las culturas italiana y paraguaya.
A continuación, ofrecemos uno de los relatos de Patrizia Sabatino, acerca de un encuentro que pudo mantener desde la ventanilla de su auto, sobre la avenida España, en Asunción:
El pañuelo de la quinielera
Patrizia Sabatino
Las calles asuncenas están llenas de carritos con chapas, personas que tratan de conseguir un poco de plata, manteniendo una seráfica tranquilidad, niños que extienden inocentemente las manos, sin conocer el porqué de su pobreza.
Muchas veces he observado cómo en Paraguay el pueblo sabe apropiarse de sus calles como si fueran una parte de sus casas. Al mediodía se puede ver a trabajadores, vendedores, taxistas, albañiles compartiendo banquetes de comida caliente, a veces en la misma olla, bajo la sombra de un árbol, en el medio de la calle, o en la esquina de un semáforo, como si aquel pedazo herviente de suelo público fuera su hogar. Un carnaval diario con su música y danza, que solo puede apreciar quién está conectado con la energía vital de un país.
Metida en el tráfico asunceno, esperando que el auto de enfrente empiece su camino, la veo; es la hermosa imagen de una vida vivida sin el miedo de la edad.
Al lado de un quiosco de venta de diarios, está sentada con las manos que reposan sobre una mesita roja cubierta de papeles, que cuatro piedras luchan para que el viento no deje volar la suerte ajena, la quinielera. Está vestida sencillamente con un pañuelo rojo, que cubre sus cabellos blancos; a su lado se mueve una enorme bandera tricolor, mientras que ella, con la mirada fija en los números, espera a su próximo cliente.
Es admirable la heroica paciencia de esta anciana señora, sentada al lado de una avenida congestionada por los nervios de la gente, que hoy día no sabe más disfrutar del pasar de cada momento, como un instante eterno e irrepetible de nuestra vida. Ella, al contrario, serena y pacífica, inmune al estrés de un mundo rápido, espera que alguien venga a contarle sus sueños para jugar a la suerte, quizás para cambiar de vida, sin darse cuenta de que aquella señora tiene el secreto para el cambio: la paciencia.
Asunción está cariñosamente poblada de las imágenes de ancianas señoras, que todavía siguen trabajando sin mendigar, aunque ya deberían descansar, como las “yuyeras” y las “chiperas”, que en cada esquina nos enseñan cómo las distintas estaciones de la vida tienen su belleza sin decadencia, y cómo los pobladores de nuestras calles llevan consigo su historia y dignidad.
El semáforo cambia de color, yo sigo mi camino, no conozco el nombre de la quinielera, pero me acordaré de su pañuelo rojo, símbolo de la apasionada fortaleza de quien no le tiene miedo al tiempo y a la edad.