“Sentarte a las cinco o seis de la tarde a tomar un café en nuestra terraza, observando el atardecer sobre el lago Ypacaraí, es algo que no tiene precio”, dice Benjamín Galeano Kim, gerente comercial de Granja Kim Parador Restaurant, mientras muestra con orgullo y satisfacción las instalaciones del local inaugurado en diciembre de 2019, pero que tuvo que suspender sus actividades apenas tres meses después, durante casi un año, debido a la pandemia del coronavirus, para reinventarse desde fines de 2020.
El establecimiento gastronómico se encuentra en un sitio estratégico, en la cumbre del Cerro Caacupé, en el kilómetro 48 de la ruta PY02, a poca distancia del emblemático Kurusu Peregrino. Desde allí se observa un paisaje panorámico impresionante, que permite apreciar todo el valle que rodea al Lago Ypacaraí. Los atardeceres son mágicos y consisten en el principal atractivo, además de las delicias culinarias que ofrece el local, a precios razonables.
El nombre remite a la granja avícola que el pionero inmigrante coreano Yong Nam Kim (ya fallecido), junto con su esposa Do Hi Lee Kim, instalaron en mayo de 1970, luego de una larga odisea desde Corea del Sur hasta Paraguay, pasando por Argentina. La granja, principalmente dedicada a la producción de pollos y huevos, sigue funcionando, pero hoy el centro de la atención está puesto en la diversificación gastronómica.
El principal encanto es disfrutar de la belleza natural del lugar y del paisaje panorámico. A 300 metros sobre el nivel del mar, en la cima de Cordillera, la sensación térmica disminuye entre 2 a 3 grados y es muy agradable disfrutar de la fresca brisa, tal como advierten los carteles del local: “no te olvides de traer tu abrigo”.
Desde Corea, con amor
El abuelo Yong Nam Kim llegó en los años 60, con la primera corriente migratoria desde Corea del Sur. Se estableció primero en la Argentina, buscando invertir en lo que más sabía, que era la cría de aves de corral, pero descubrió que allí la competencia iba a ser dura. Le aconsejaron que venga al Paraguay, donde había un campo más fértil para ese tipo de negocios. Mal asesorado, instaló su primera granja en las inmediaciones de Calle Última, en Asunción, pero los desbordes causados por una gran tormenta destruyeron toda su inversión.
Decidió comenzar de nuevo, buscando un lugar alto en el interior del país. Viajó en ómnibus a Caacupé y cuando el vehículo llegó a la cima, gritó “¡Para! ¡Para!”. Bajó y empezó a recorrer el lugar, del cual quedó enamorado a primera vista. “Así empezó la aventura de mi abuelo en lo alto del Cerro Caacupé. Nuestra historia empezó el 1 de mayo de 1870, cuando decidió crear aquí la Granja Kim”, relata Benjamín.
El negocio prosperó, pero pasó por varias dificultades. La crisis del año 2000 les impulsó a las hijas y a los nietos a pensar en la diversificación. Finalmente, tras un largo proceso, en 2019, la granja de pollos y huevos se convirtió en parador y restaurante.
Reciclando incubadoras y galpones
“Conservamos el corazón de Granja Kim” dice una de las leyendas que se repiten en los folletos del local, las cuales explican que el parador restaurante “se encuentra en lo que era la planta de incubación de la granja. Gran parte de los detalles y aspectos más importantes, han sido conservados”.
Los propietarios explican que el salón principal del restaurante se instaló en el mismo galpón donde nacían los pollitos, que fue adaptado con pocos cambios, manteniendo gran parte de la estructura original. Las mesas fueron hechas a partir de las puertas de las cámaras incubadoras y de unos carritos de hierro que almacenaban los huevos. Las estructuras de PCV de los baños fueron antes placas de las máquinas incubadoras. Las cabriadas que sostienen el salón tienen aproximadamente 40 años de existencia, son de madera de tajy, que permanecen intactas. Las fotos que adornan las puertas fueron tomadas por la propietaria, registrando los mágicos amaneceres y atardeceres a través del tiempo.
Delicias para todos los gustos
Granja Kim abre de lunes a lunes. Ofrece bufet de comida, de 12 a 15, con una variedad de platos exquisitos, a un precio promedio de 79.000 guaraníes por kilo. Los lunes la especialidad es el pescado, con pira caldo, milanesa de surubí, chupín y cazuela. Los martes se sirven caldos y sopas como el vori vori. Los jueves corresponden a las pastas y los viernes se ofrece un festival de milanesas. Los sábados se mantiene el buffet por kilo y los domingos son de parrilla y pastas.
Desde las 18:00 hasta las 23 se puede optar por platos fast food o comida rápida, principalmente en la terraza con vista panorámica al lago, en donde las especialidades son las pizzas y, por sobre todo, las hamburguesas de estilo gourmet, desde 17.000 guaraníes. La deliciosa hamburguesa Tex Mex cuesta 32.000, igual que la Beef Kim. Nuestra favorita es La 70, que cuesta 35.000 guaraníes y lleva pan casero, 150 gramos de carne de lomito vacuno molinado con trozos de cobertura de tapa cuadril y tocino, lechuga repollada, tomate, huevo, cebolla morada y aderezo caesar. ¡Una delicia!
Desde las 11 hasta las 23 funciona la cafetería, con distintas opciones de café y dulces. También hay un servicio especial de tragos, en horas de la noche.
Igualmente, de 19 a 23, funciona un servicio de platos a la carta, con un menú muy elaborado, que hay que acercarse a descubrir. El local dispone de un amplio estacionamiento. Generalmente, si uno cae de sorpresa, casi siempre consigue lugar, pero se aconseja hacer reservas al 0994-970000. Para conocer más, se puede seguir a Granja Kim en su cuenta de Instagram.
Gastronomía de calidad, fuera de Asunción
Al igual que otros importantes locales gastronómicos que han surgido en los últimos años en diversos pueblos y ciudades —acerca de los cuales seguiremos escribiendo con detalles en esta sección de El Otro País, sin más compromisos que el de ofrecer una guía confiable—, más allá de la frontera de Calle Última y fuera del centralizado reino de Asunción, Granja Kim derriba el mito de que no es posible sostener un local de buena cocina en el interior del Paraguay, demostrando que también existe una clientela que es capaz de viajar kilómetros para deleitarse con un ambiente sano y agradable, de buen gusto y manjares deliciosos, con precios que no resulten excesivamente altos.
Entre las fases que destacan los directivos de Granja Kim al describir las fases de progreso que denotan el logotipo con su identidad, señalan que, además de una “tierra fértil y lista para el crecimiento, tal como la vizualizó el señor Yomg Nam Kim hace 50 años”, y una flecha ascendente que grafica “años de trabajo, esfuerzo y crecimiento”, sobresale el amanecer, “dando paso a una nueva generación que entiende el legado y está dispuesto a llevarlo aún más arriba”. Una filosofía que compartimos perfectamente.