Lo que antes ocurría principalmente en regiones fronterizas se está expandiendo cada vez más a territorios que hasta hace poco parecían estar a salvo del narcotráfico y el crimen organizado. Lo ocurrido en la generalmente tranquila ciudad de Caraguatay, Cordillera, donde un hombre acribilló a tiros, a pleno día y en pleno centro urbano, a un supuesto miembro del criminal Clan Rotela, y luego, al advertir que el mismo seguía con vida, persiguió a la ambulancia que lo trasladaba al hospital, disparando contra el vehículo de auxilio, es una situación pocas veces vista en la zona, que genera conmoción ciudadana, pero tiene pocas posibilidades de ser revertida por autoridades complicadas con la corrupción y la narco-política. Solo una mayor acción ciudadana, que se haga sentir y lleve adelante proyectos de organización en torno a la seguridad, y que además tenga efectos en una mejor participación electoral, puede evitar que el Paraguay se convierta en un narco-Estado o un narco-país.